Resumen capítulo 1 "Yo argumento" Constanza Padilla
Resumen del capítulo 1 de “Yo argumento” de
Constanza Padilla, Silvina Douglas y Esther Lopez
¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?
El argumentar nos caracteriza como seres racionales.
Comenzamos a argumentar desde el primer momento de nuestra existencia, desde el
primer llanto cuando somos bebes. A medida que vamos creciendo, nos damos
cuenta que podemos conseguir cosas de los otros de diferentes maneras: primero
llorando, luego con señalamientos, después con las primeras palabras y por
último con razones.
A partir
de que comenzamos a dar razones explicitas de nuestras afirmaciones a los
otros, iniciamos el camino de la razón dialógica, aunque no podemos anular a
los interlocutores virtuales que constantemente desafiaran nuestras certezas,
cuestionarán nuestras creencias y desestabilizarán nuestras opiniones, cosa que
nos llevaran a buscar razones para actuar de determinadas maneras.
Al
respecto, existe una tira del humorista argentino Quino[1],
que puede explicar algunas cosas, como una cierta preocupación de los estudios
sobre la argumentación. Dicha preocupación trata de que, si el interlocutor
busca convencer a otro, este, ¿está convencido él mismo de lo que piensa, o
busca convencer a ese otro para lograr determinados fines? ¿Qué papel juega en
la argumentación la imagen de quien argumenta: su seguridad, su ignorancia, sus
miedos? ¿Es la argumentación un medio para construir conocimiento, o solo para
desestabilizarlo?
La misma tira de Quino nos permite pensar en que no solo
importa aquello sobre lo cual se argumenta (objeto de discusión) sino también
quienes argumentan (interlocutores), con qué intenciones y en que contextos lo
hacen.
1.1 Aportes de la filosofía: grados de convergencia
crítica.
Ricardo Maliandi nos comenta que razonar implica
dialogar, siempre y cuando aparezcan dos funciones básicas: la fundamentación y
la critica (tener conciencia de nuestras razones y abrirnos hacia otras). Frente
a esto, plantea tres posturas distintas de un discurso argumentativo.
·
Postura
estratégica: Se basa en una perspectiva
egocéntrica, ya que quien argumenta no trata al destinatario como un
interlocutor, sino solo un destinatario al que le tiene que hacer llegar su
argumentación persuasiva retorica y con fines de forzar la opinión del otro o
imponer su propio punto de vista.
·
Postura
comunicativa divergente: Tiende a la resolución del desacuerdo, pero con el
presupuesto de que este acuerdo favorecerá la opinión propia.
·
Postura
comunicativa convergente: Aquí el interlocutor no es oponente, sino cooperador
en la tarea de enfrentar un problema. Ya no se prioriza quien gana y quien
pierde, sino que se busca la ganancia de ambos en la resolución del problema.
Maliandi distingue también dos modos defensivos (la liebre
y el erizo) y dos ofensivos (el tigre y la araña). La liebre se escabulle
eludiendo la confrontación de puntos de vista, deslizándose velozmente a
perspectivas distintas, mientras que el erizo levanta una “pared” para que
nadie se le acerque e intente desafiar sus puntos de vista. Ahora bien, el
tigre ve en el interlocutor una presa a quien hay que devorar y hace que el
tema de discusión deje de importar, mientras que la araña “envuelve” al
oponente con su retórica, a través de una mezcla de argumentos lícitos y
falacias bien disimuladas, matizados con citas y proverbios. A esto, Maliandi
dice que estas posturas tienden a ganar discusiones, pero no concretan un
avance de la razón, por lo que es fundamental que no se lleguen a apoderar de
nosotros ni nuestros diálogos.
1.2 Aportes del pensamiento critico
Las
virtudes intelectuales transforman el pensamiento egocéntrico y parcial en un
pensamiento amplio e imparcial. Algunas de estas virtudes intelectuales son:
·
Independencia
intelectual: Es la disposición y compromiso para el pensamiento autónomo.
·
Curiosidad
intelectual: Disposición para preguntarse acerca del mundo y buscar
explicaciones a las discrepancias.
·
Coraje
intelectual: Conciencia de la necesidad de reflexionar imparcialmente sobre
puntos de vista hacia los cuales tenemos fuertes emociones negativas.
·
Humildad
intelectual: Advertencia acerca de los limites de nuestro conocimiento, que se
traduce en la voluntad de reconocer lo que no sabemos y nos habilita a
considerar posturas distintas a las nuestras.
·
Empatía
intelectual: Ponernos imaginativamente en el lugar de los demás para intentar
entender sus puntos de vista.
·
Integridad
intelectual: Reconocimiento de la necesidad de ser veraces y consistentes;
exigirnos la misma rigurosidad y prueba que pedimos a nuestros antagonistas;
practicar lo que defendemos; admitir honestamente las discrepancias entre
nuestros pensamientos y acciones.
·
Confianza
en la razón: Confianza en que aprenderemos a pensar por nosotros mismos y a
encontrar soluciones a partir del dialogo y de razones dirimidas en la
interacción.
·
Imparcialidad:
Conciencia de la necesidad de considerar todos los puntos de vista sobre un
problema, prescindiendo de intereses sectarios.
1.3 Aportes de las teorías de la argumentación
Los
estudios sobre la argumentación se remontan a la antigüedad clásica, en la cual
Aristóteles impulso dos líneas de pensamiento que perduran a día de hoy, aunque
se han ido actualizando con el pasar del tiempo. Las perspectivas retoricas
consideran la argumentación como una operación discursiva, a través de la cual
un sujeto trata de provocar la adhesión de otor a una tesis u opinión, a través
de razones o argumentos. En cambio, la perspectiva pragma-dialéctica concibe la
argumentación como una discusión critica, cuyo propósito es contribuir a la
resolución de una diferencia de opinión. En este caso, se focaliza la atención
en la interacción de interlocutores que buscan resolver un desacuerdo.
En
relación con estos enfoques, los estudios más recientes ponen de manifiesto
cuatro cuestiones importantes para el avance de las teorizaciones:
·
El
intento de acercamiento entre perspectivas retóricas y dialécticas.
·
El
énfasis en la consideración de la argumentación desde una perspectiva
interaccional
·
La
necesidad de dar cuenta de los factores emocionales, inherentes de la discusión
argumentativa.
·
La
conveniencia de articular los estudios de argumentación con las diferentes
líneas de análisis del discurso.
Perspectiva retorica
“La argumentación es una operación discursiva, a través
de la cual un sujeto trata por medio de su discurso de provocar (aumentar,
reforzar), razonadamente, la adhesión de otro (cambiar o influir en su postura
o en su comportamiento) a una tesis u opinión”[2]. Esto
nos dice que la argumentación es una interacción mediante la cual un sujeto
intenta cambiar algo en el orden de las ideas o las opiniones de otro mediante
el uso de la palabra, siempre sin requerir la violencia, que es el límite de
toda argumentación.
Existen diferentes razones por las cuales una persona
trata de influir el las opiniones de otra, entre las cuales podemos distinguir:
·
Una
argumentación basada en el razonamiento, como en el caso de la argumentación
científica, que presenta las diversas tesis y argumentos para convencer al
destinatario.
·
Una
argumentación persuasiva, que se da por ejemplo en los avisos publicitarios, en
los cuales no se discuten abiertamente los diversos puntos de vista ni se
recurre al razonamiento formal, sino que opera sobre la voluntad, los
sentimientos y las pulsiones mas elementales, con el objetivo de persuadir al
destinatario.
Para que exista una argumentación, debe existir un tema
sobre el cual debatir del cual surgen dos puntos de vista diferentes. El sujeto
argumentador esta a favor de una tesis que de algún modo se enfrenta a una
opuesta. A veces esta tesis puede ser simplemente la opinión general, que no es
necesario explicar porque está presente en el saber compartido de los
hablantes.
Otra definición de argumentación es la propuesta por
Grize, en 2004:
Considero la argumentación… como
un tipo de “esquematización” discursiva, es decir, como la producción de un
discurso (proceso y resultado) organizado con el propósito de intervenir sobre
la opinión, la actitud y el comportamiento de alguien”. En esta concepción de la argumentación se destaca la noción
del discurso, y en este caso de discurso argumentativo, como una reconstrucción
mental de una realidad o tema, que necesariamente trae aparejada una
construcción del enunciador y una construcción del destinatario, pero que si se
es pensado del lado contrario, el destinatario se convierte en enunciador y
plantea su propia construcción de esa realidad, y lo complejiza debido a que
estas dos ideas planteadas no son compatibles y entran en conflicto. El “éxito”
de la argumentación se daría en compatibilizar, negociar o abandonar alguna de
estas versiones que, en realidad, son solo diferentes maneras de conceptualizar
el mundo desde los propios matices culturales.
Perspectiva pragma-dialéctica
Si bien esta perspectiva adhiere a la conceptualización
de la argumentación, centra su atención en el aspecto dialógico y la considera
una discusión critica cuyo propósito es resolver la disputa. Por esto, prioriza
la consideración de la interacción de dos o mas interlocutores que buscan resolver
un desacuerdo, de las reglas que regulan la misma y de las violaciones de estas
reglas que no permiten llegar a un acuerdo.
Con la expresión pragma, nos dicen que valoran que
para el estudio de la argumentación es necesario hacer referencia a tres
cuestiones claves del estudio del lenguaje desde una perspectiva pragmática: el
contexto del uso, las intenciones de los interlocutores y los implícitos. Sin
embargo, el termino dialéctica pone en evidencia que el conflicto
solamente puede ser resuelto mediante el intercambio razonado de argumentos.
Esta teoría busca encontrar un equilibrio entre una
perspectiva normativa y una descriptiva. Aceptando que la argumentación cotidiana
esta llena de factores subjetivos, un objetivo de este planteamiento es
desarrollar las herramientas para determinar en qué grado una argumentación
esta de acuerdo con las normas de una discusión razonable. Para esto, no se
abandona la consistencia lógica, sino que se le añade la consistencia
pragmática, que permite evaluar la razonabilidad de los argumentos en función
de los contextos de interacción. Esta teoría toma como punto de partida las
interacciones orales, por lo que los autores postulan cuatro etapas en la
discusión critica y diez reglas que deben primar en los intercambios de
opiniones dentro de la discusión.
Como conclusión general de las diversas perspectivas que
se han abocado al estudio de la argumentación, podemos destacar la importancia
de la superación de conceptualizaciones centradas en un sujeto que intenta
imponer su postura ante un hecho discutible, en favor de la consideración de
una dimensión intersubjetiva que pone el acento en la negociación de puntos de
vista, puesto que lo que se prioriza no son las estrategias más eficaces para
lograr la adhesión a una postura, sino la resolución de un problema que se
entiende como compartido.
Comentarios
Publicar un comentario