Ensayo final "Un poco de historia", realizado con Martina Gambetta

 






















A Vicky Pisani y Carina Speranza  por su ayuda constante y estar siempre presentes en nuestras vidas para colaborar en todo aquello que necesitemos

























ÍNDICE

PRÓLOGO…………………………………………………………………………………… 5

INTRODUCCIÓN ……………………………………………………….………….......…... 7

I. ¿Quién fue Benjamin Posse?……………………………..........………..…. 9

CAPÍTULO PRIMERO. Trama narrativa …………………………………….…….…..….. 11

I Cuadros Actanciales……………………………………………………..… 11

II. Análisis del relato ………………………………………………..……… 13

II.I Tiempo ………………….…………………..……………...…… 13

II.II Modo …………………………………………...……………… 19

II.III Voz ………………………...………………………………….. 21

III Recursos literarios…………………………….………………...……….. 23

CAPÍTULO SEGUNDO. Trama descriptiva ………………………………………………. 25

I. Signos lingüísticos………………………………………………………... 25

I. I Significado y significante…………………………..…………… 26

II. Mecanismos de coherencia y cohesión……………………………...…… 28

CAPÍTULO TERCERO. Trama conversacional …………………........................................ 34

I.  Principio de cooperación……………………....……………….………… 34

I.I Máxima de cantidad ……………………………………………... 34

I.II Máxima de relevancia ……………………………..…………… 35

I.III Máxima de modo ……………………………………..……….. 36

I.IV Máxima de calidad ... ……………………………………..…… 38

II. Circuito de la comunicación……………………...…………………...…. 38

CAPÍTULO CUARTO. Análisis del paratexto……………………………………….....….. 43

I. Título………………………………………………………………....….... 43

II.Dedicatoria……………………………………………………..…….…… 43

III. Epígrafe……………………………………………...……………….…. 44

IV. Notas al pie…………………..………………………..………………… 44

CAPÍTULO QUINTO. Análisis personal y opiniones de la Causerie………………....….... 46

I. Epígrafe de la Causerie…………………………………...…..…..………. 46

II. Cuerpo de la Causerie………………………..……..…………..……….. 47

III. Comentarios en francés………………………..………………...…….……… 48

CONCLUSIÓN ...……………………………………………………………...…………… 49

EPÍLOGO……………………………………………………………………………………50

AGRADECIMIENTOS……………………………………………………………………...51

GLOSARIO………………………………………………………………………………….52

WEBGRAFÍA ……………………………………………………………………………… 56

ANEXO…………………………………………………………………………………...… 59





PRÓLOGO

Aquí comienza nuestro ensayo, el fruto de los conocimientos adquiridos a lo largo de éstos últimos cinco años de escuela Secundaria; en donde, día a día fuimos aprendiendo diferentes contenidos dentro de la asignatura “Lengua y Literatura”, los cuales  se podrán ver plasmados a lo largo del ensayo.

El siguiente trabajo ha sido llevado a cabo por dos alumnos de Quinto Año, de orientación Naturales, Santiago López y Martina Gambetta. Ambos, hemos realizado tanto dentro del ámbito escolar, como fuera de éste, numerosos trabajos en conjunto (por ejemplo, llevamos a cabo la representación de un país en el “Modelo de Organización de las Naciones Unidas” del Instituto Nuestra Señora de Las Nieves, en donde hemos obtenido una mención por delegación destacada).

Ninguno veía esta tarea como algo sencillo. Desde un principio, nuestra profesora, María Luisa Frey nos ha informado que la realización del ensayo final sería el mayor desafío a atravesar antes de finalizar el Secundario, o al menos en su asignatura. Ella nos advirtió también de iniciarlo con mucho tiempo de antelación, ya que de otra forma, su realización se nos dificultaría aún más. Asimismo, a pesar de que dichas advertencias nos atemorizaron; por diversos motivos no logramos iniciar nuestro preciado ensayo con mucho tiempo de antelación como hubiéramos preferido.

Tras enfrentar serias y numerosas discusiones acerca de la Causerie que elegiríamos para desarrollar en este ensayo, decidimos seleccionar “Los siete platos de arroz con leche descartando nuestra segunda opción, la cual era “Horror al vacío”.

Toda persona que haya tenido la experiencia de crear un ensayo por su propia cuenta nos entenderá que lo más difícil fue dar el primer paso. Nos costaba encontrar la inspiración y concentración necesaria para darle inicio a este trabajo, considerando que nuestras actividades extracurriculares, entre otras cuestiones, nos quitaban bastante tiempo. Adicionalmente, ambos tuvimos que enfrentar una dificultad adicional. El seis de Octubre viajamos a la provincia de “La Rioja” a misionar junto a los estudiantes del colegio Secundario que forman parte de la parroquia de la institución Nuestra Señora de Las Nieves; para regresar recién el día quince de Octubre, lo cual nos quitó varios días de trabajo.

Cada uno logró descubrir características beneficiosas en el otro y emplearlas con el objetivo de realizar un ensayo digno de dos alumnos que finalizarán su Secundaria en unos pocos meses.

Luego de un arduo trabajo, el cual nos ha demandado varias semanas , hemos acabado con este ensayo, deseando les sea útil, interesante y educativo. Sin más, los invitamos a sumergirse en la vida de Mansilla para aprender un poco de historia.
















INTRODUCCIÓN

En el mundo literario argentino, Lucio V. Mansilla es sin duda uno de los escritores más destacados y reconocidos, sobre todo de la generación del ´80, la cual estuvo formada por un grupo de hombres hacedores de un conjunto de hechos políticos, históricos y culturales que sucedieron en el país alrededor de 1880. En su mayoría eran políticos, escritores, quienes pertenecían a las familias tradicionales de Buenos Aires. Ellos estaban en el gobierno, frecuentaban los salones y los teatros, viajaban por Europa, entre otras cuestiones. 

 

El estilo único de Mansilla y su capacidad para explorar temas profundos y complejos a través de sus obras han dejado huella en la literatura nacional. Una de sus obras más fascinantes y críticas es “Los Siete Platos de Arroz con Leche", que fue publicada por primera vez en el año 1862, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Esta es una breve Causerie que nos sumerge en la realidad de la época.

Lucio nació en Buenos Aires, Argentina el 23 de diciembre de 1831, y murió en París el 8 de octubre de 1913, fue un general de división del Ejército Argentino, que también se destacó como periodista, escritor, político y diplomático, además de pertenecer a la famosa generación del ´80. El autor también retrató la realidad social de la época al mostrar los contrastes entre los distintos estratos de la sociedad argentina del siglo XIX. A su vez, expuso las diferencias económicas, culturales y de poder que existían, generando una crítica social cargada de ironía y sátira, ya que por ejemplo, Mansilla en sus Causeries ha hablado de Rosas, su tío, utilizando adjetivos tales como “extraordinario”, “bello”, “hermoso”, pero en caso de mencionarlo como político en sus escritos, lo vamos a encontrar descrito como un tirano e incluso malvado.

En la mencionada Causerie, el autor utiliza términos y frases que evocan la imagen de Rosas, así como menciones sutiles a las políticas y seguidores del caudillo. Estos elementos podrían interpretarse como una forma de expresar su opinión o crítica hacia su tío. El autor destaca ciertos aspectos autoritarios de su gobierno y las consecuencias negativas que tuvo en la sociedad argentina de la época. A pesar de ello, Lucio reconoce la influencia y habilidad política de Rosas, así como su legado en la lucha y defensa por la independencia de Argentina.

Ahora que conocemos un poco de la vida de Lucio Mansilla, podremos analizar el contexto histórico en el cual se situaba a la hora de escribir “Los siete platos de arroz con leche”; es por lo tanto, a continuación definiremos qué es una Causerie.

Las "Causeries" son un tipo de escritos que se caracterizan por ser charlas o conversaciones informales y amenas, a menudo sobre temas variados. Estos escritos suelen ser de carácter ligero, a menudo humorístico o anecdótico, y pueden abordar una amplia gama de temas, desde la política y la cultura hasta la vida cotidiana y las experiencias personales.

En este ensayo, se examinará en profundidad cada uno de los aspectos mencionados, buscando entender cómo Mansilla logra captar la esencia de una sociedad y cómo plasma sus reflexiones y críticas a través de su narrativa. Además, se explorarán otros elementos literarios presentes, como el uso del lenguaje, desarrollando diferentes tramas, entre otras cuestiones, encontradas en la Causerie. La trama descriptiva, conversacional y narrativa, son algunos elementos literarios que describiremos y analizaremos a lo largo de este ensayo, para poder lograr una mejor comprensión de esta obra de la literatura argentina.

Éste escrito rico en contenido, continúa cautivando a los lectores hasta el día de hoy. Lo que es más, el análisis del mismo pretenderá demostrar la importancia y vigencia de esta Causerie, así como buscamos exponer las diversas temáticas y elementos literarios los cuales componen, además de enseñarles una faceta de la historia argentina, la cual quizás desconocen. Estamos seguros de que este viaje en las páginas de este maravilloso ensayo será recompensado con nuevos aprendizajes, perspectivas y entendimientos. 



¿Quién fue Benjamin Posse?

Benjamín Posse fue un militar y político argentino de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Nació en Monteros, provincia de Tucumán en 1850 y falleció en 1924. Llegó a ser Coronel del Ejército Argentino y participó en la Guerra de la Triple Alianza en Paraguay. A su vez, como muchos hombres de la generación del ´80, Benjamín fue diletante, es decir que, a su vez, también era un escritor y periodista argentino por placer. Fue reconocido por su labor periodística y su participación en diferentes publicaciones literarias de la época. Se dedicó al periodismo dirigiendo algunos como "El Fígaro", "El Pueblo Argentino" y "La Tribuna Nacional". Fue redactor del diario "El Interior de Córdoba" y de "La Razón", desde este último polemizando acerca de religión con Fray Ángel María Boisdron. Luego de ser miembro del Consejo Nacional de Educación, ganó una banca como diputado nacional por su provincia el 1 de mayo de 1888. Finalmente, murió en Buenos Aires luego de un año de haber asumido como diputado, el 16 de octubre de 1889.

Asimismo, el hombre en cuestión fue una figura importante en la historia argentina  del siglo XIX. Fue una persona destacada en la historia política y militar de Argentina, ya que participó activamente en el gobierno de Juan Manuel de Rosas, llegando a ocupar importantes cargos. Posse fue también uno de los principales impulsores de la organización de la Confederación Argentina durante ese periodo, y su contribución fue significativa en la consolidación de la autoridad de Rosas en el país.

Lucio Victorio Mansilla, dedicó su Causerie a Benjamín como muestra de admiración y reconocimiento a su talento literario, y quien según lo leído en “Los siete platos de arroz con leche”, estaba atravesando una enfermedad, dispepsia. Se considera que vió en Posse un escritor destacado y quiso rendirle homenaje a través de su obra. Al dedicársela, Mansilla resalta la figura y el legado de este importante escritor argentino.

Lucio era un gran amigo de Posse, tanto así que a la hora de la muerte de este último, en 1889, nuestro escritor dedicó otra Causerie a la memoria de su amigo fallecido. Estos dos personajes eran amigos entre sí debido a que tenían un aspecto en común: El salón literario. Este era un espacio en donde se reunía la élite, a causa de generar literatura nacional, ya que en ese momento no existía una como tal. Los miembros del salón utilizaban la literatura para poder hablar de política entre ellos u otra gente de élite, debido a que escribían para un público reducido, a causa de que no todas las personas o clases sociales podían comprender sus escritos. Dentro de este salón literario es donde Mansilla publicaba las Causeries de los jueves.















CAPÍTULO PRIMERO. Trama Narrativa

Antes de mencionar cómo podemos hallar esta trama en la Causerie, consideramos esencial mencionar qué es la trama narrativa, y cuáles son los elementos que la componen. La misma, es empleada en los textos, los cuales son aquellos que relatan una sucesión de escenas y/o sucesos, que se relacionan entre sí, propios de una historia; comprendiendo un hilo narrativo que une un evento con otro; pero que permite que cada uno sea una unidad independiente de los demás sucesos. A su vez, esta trama se caracteriza por generar un sentido lógico a la historia y provocar cierto interés en el lector. 


Cuadros actanciales

Para poder analizar a los personajes y sus conflictos, se pueden emplear los cuadros actanciales, instrumento del análisis literario desarrollado por Greimas. En los mismos, se debe colocar a la izquierda el nombre del sujeto a quien se esté estudiando. Al medio de éste cuadro se ubicará su objeto de deseo. A su vez, arriba de este último se colocarán los agentes favorables; los cuales ayudan al personaje a cumplir su propósito; y debajo del objeto de deseo se colocan los agentes desfavorables; quienes impiden que se logre su cometido. Finalmente, en el medio a la derecha se escribe el beneficiario, en caso que dicho objetivo se cumpla. 

Ahora, realizaremos una ejemplificación, teniendo en cuenta lo sucedido en la Causerie “Los siete platos de arroz con leche”.

A continuación, explicaremos la situación que representamos en el cuadro actancial que se encuentra arriba.

Como sucedió en la historia, Lucio se dirigió veinte veces, según la Causerie, a la casa de su tío, Juan Manuel de Rosas, para que siquiera una vez él lo pudiese ver y darle su bendición para su viaje. Sin embargo, su tío, un hombre ocupado a causa de su gran puesto político, mencionó que si él estuvo esperando a su sobrino durante dos años, el mismo tendría que ir no veinte, sino veintiún veces (o las que sea necesarias) a su puerta, hasta que él decidiese recibirlo.

Por último debemos tener bien en claro que estos cuadros varían de acuerdo al personaje del que estemos hablando, y lo que suceda en la historia, o en este caso en la Causerie correspondiente.

Análisis del relato

Para analizar un relato sólo tienes que tener en cuenta los elementos y la estructura de la narración. Es decir, ir revisando cómo se manifiestan cada uno de los elementos en el relato que estamos analizando e identificar en qué partes podemos dividirlo de acuerdo a su estructura, teniendo en cuenta la teoría literaria desarrollada por Gerard Genette en Figuras III, en 1972.

Tiempo

Lo primero que se debe considerar al analizar el tiempo del texto que estamos analizando es el orden. Pero… ¿Qué es el orden? Es la manera en la que están narrados los hechos; y el mismo se clasifica en: orden cronológico, en el cual los sucesos se narran de forma lineal, es decir, sin interrupciones o saltos temporales; y en el orden acronológico o anacrónico, que podemos distinguir cuando se presentan rupturas en la narración que permite que el narrador se traslade al pasado o al futuro. A su vez, para saber identificar el orden que predomina en un texto literario es importante conocer la teoría de la enunciación.

Se entiende por enunciación al conjunto de condiciones de producción de un mensaje, es decir, el contexto de su emisión o escritura; lo que permite interpretar el sentido del propio enunciado, producto resultante de la actividad enunciativa. Lo que queremos destacar es que, en ocasiones, el tiempo de escritura del propio texto difiere al momento en el que transcurre la historia.

Como explicamos anteriormente, existen dos tipos de rupturas temporales. Cuando la historia es interrumpida para retroceder al pasado, estamos en hablando de una analepsis; mientras que cuando el narrador anticipa los hechos que ocurrirán en el futuro, estamos en presencia de una prolepsis.

En Los siete platos de arroz con leche predomina el orden acronológico ya que, Lucio Mansilla, a lo largo de la narración de su Causerie, va y viene reiteradas veces entre el momento del enunciado (narrado en tiempo pasado) y el de la enunciación (narrado en tiempo presente). Por ejemplo, en el siguiente pasaje notarán claramente que el autor se refiere al tiempo de enunciación (en tiempo presente), en el que se dirige a su amigo Benjamín Posse: “Mi querido Posse: siento mucho que, padecido usted de dispepsia, no pueda comerse, como yo, de una sentada, siete platos de arroz con leche” (Véase en la página n°75 del Anexo).


A continuación, adjuntamos citas en donde podemos observar una analepsis y una prolepsis:

- Analepsis: “Yo había vuelto vestido a la francesa, eso sí, pero potro americano hasta la médula de los huesos todavía…” (Véase en la página n°67 del Anexo). Aquí, Lucio retrocede en el tiempo y habla del momento en el que regresó de nuevo a su tierra natal, retomando lo que había sucedido al comienzo de la Causerie en cuestión, es decir, del momento cuando llegó vestido como un francés.

- Prolepsis: “Posse amigo: acabaremos (y que difícil es acabar!), si Dios nos da vida y salud, en el próximo número, y en él sabrá usted, qué fueron al fin y al cabo los siete platos de arroz con leche.”  (Véase en la página n°67 del Anexo). De esta manera, el escritor le anticipa al lector que va a finalizar con su Causerie en el siguiente capítulo, el último de ellos. 

 

Lo segundo a tener en cuenta al momento de determinar el tiempo de una obra, es la duración, la cual permite acelerar el ritmo narrativo o desacelerarlo. La misma, se subdivide en cuatro tipos: pausa, escena, resumen y elipsis.

La pausa hace que la narración se detenga. Coincide con las descripciones de personajes, lugares y hechos. Para poder distinguir una de estas, debe buscarse un fragmento en el que haya una descripción completa. Este escrito se caracteriza por sus detalladas descripciones acerca de los personajes y experiencias que Mansilla evidenció. Algunos ejemplos de pausa son:

 

“Mi tío apareció: era un hombre alto, rubio, blanco, semipálido, combinación de sangre y de bilis, un cuasi adiposo napoleónico, de gran talla; de frente perpendicular, amplia, rasa como una plancha de mármol fría, lo mismo que sus concepciones; de cejas no muy guarnecidas, poco arqueadas, de movilidad difícil; de mirada fuerte, templada por el azul de una pupila casi perdida por lo tenue del matiz, dentro de unas órbitas escondidas en concavidades insondables; de nariz grande, afilada y correcta, tirando más al griego que al romano; de labios delgados casi cerrados, como dando la medida de su reserva, de la firmeza de sus resoluciones; sin pelo de barba, perfectamente afeitado, de modo que el juego de sus músculos era perceptible. Sería cruel, no parecía disimulada aquella cara, tal como a mí se me presentó, tal como ahora la veo, a través de mis reminiscencias infantiles.” (Véase en la página n°65 del Anexo).

 

“Yo no traía, sin embargo, nada de extraordinario, a no ser que lo fuera el venir vestido a la francesa, a la última moda, a la parisiense, con un airecito muy chic, que después dejé, por razones que se contarán en su día, con sombrero de copa alta puntiagudo, con levita muy larga y pantalón muy estrecho, que era él entonces en boga, tanto que recuerdo que en un vaudeville se decía por uno de los interlocutores, hablando éste con su sastre: "Faites-moi un pantalon très collant, mais très-collant; je vous préviens que si je y entre, je ne vous le prendrai pas…”” (Véase en la página n°61 del Anexo).

 

En estas citas se puede apreciar como el ritmo de la lectura se ralentiza y, tal vez, por momentos, la lectura se vuelve un poco pesada. Caso totalmente contrario es la escena, la cual permite que el ritmo narrativo avance rápidamente, ya que los personajes dialogan entre sí, sin la intervención del narrador. Ésta categoría se puede observar en los siguientes fragmentos:

 

“-¡En qué piensa, sobrino?

-En nada, señor.

-No, no es cierto, estaba pensado en algo.

-¡No señor; si no pensaba en nada!

Bueno, si no pensaba en nada cuando le hablé, ahora está pensando, ya.

-¡Si no pensaba en nada, mi tío!

-Si adivino, ¿me va a decir la verdad?

Me fascinaba esa mirada, que leía en el fondo de mi conciencia, y maquinalmente, porque habría querido seguir negando, contesté

-"Sí"

-Bueno -repuso él-, ¿a que estaba pensando en aquellos platitos de arroz con leche, que le hice comer en Palermo, pocos días antes de que el "loco" (el loco era Urquiza) llegara a Buenos Aires?

Y no me dio tiempo para contestarle, porque prosiguió: -¿A que cuando llegó a su casa, a deshoras, su padre (e hizo con el pulgar y la mano cerrada una indicación hacia el comedor) le dijo a Agustinita: -¿No te digo que tu hermano está loco...?

No pude negar, queriendo; estaba bajo la influencia del magnetismo de la verdad y contesté sonriéndome:

-Es cierto.” (Véase en la página n°73 del Anexo).


“-¿Tienes hambre?

Ya lo creo que había de tener; eran las doce de la noche, y había rehusado un asiento en la mesa, al lado del doctor Vélez Sarsfield, porque en casa me esperaban...

-Sí contesté resueltamente.

-Pues voy a hacer que te traigan un platito de arroz con leche.

El arroz con leche era famoso en Palermo y aunque no lo hubiera sido, mi apetito lo era; de modo que empecé a sentir esa sensación de agua en la boca, ante el prospecto que se me presentaba, de un platito que debía ser un platazo, según el estilo criollo y de la casa.

Mi tío fue a la puerta de la pieza contigua, la abrió y dijo:

-Que le traigan a Lucio un platito de arroz con leche.

La lectura siguió.” (Véase en la página n°70 del Anexo).


Como se puede observar, aquí la lectura se acelera y se vuelve más rápida y dinámica. A su vez, el tipo de duración denominado resumen también permite avanzar velozmente la historia narrada. En un breve párrafo se puede avanzar el tiempo que el autor desee, ya sean segundos, minutos, horas, días, meses, años, etc. Además, existen marcas temporales tales como: unos segundos más tarde, veinte días después, quince años habían pasado, entre otras; las cuales sirven para notar un resumen de lo que está siendo narrado. En ésta Causerie no se hallan en cantidad, pero la ejemplificaremos:

 

“Pocos días después, muy pocos días, el edificio de la tiranía se había desplomado; el 3 de febrero por la tarde yo oía en la plaza de la Victoria gritar furiosos "Muera Rozas" a algunos de los mismos conspicuos señores, que, pocas horas antes, había visto en Palermo, reunidos a los pies de la niña.” (Véase en la página n°72 del Anexo).

 

Por último, dentro de la categoría denominada duración podemos encontrar la elipsis, la cual consiste en no contar hechos, por ser estos demasiado importantes o por carecer de importancia para la historia que se está narrando. Por ejemplo: a lo largo de la historia que estamos analizando no se aclara el por qué se describe a Urquiza como un loco, simplemente se lo identifica como tal, ya que esto no es relevante a la historia; lo único que se precisa aclarar es que es un loco unitario opositor a Rosas, sin importar que haya una justificación de la mencionada afirmación.

La cuarta y última clasificación del tiempo es la frecuencia. Esta categoría nos permite saber cuántas veces se narró un suceso y cuántas veces sucedió. Para eso hay que tener en cuenta las variantes “Relato” (las veces que se cuenta un hecho dentro del mismo) e “Historia” (las veces que el suceso ocurre). A continuación, identificaremos dichas variables como R/H, y colocaremos posterior a las letras un número, indicando la cantidad de veces que el hecho fue contado en el relato u ocurrió en la historia. Lo que es más, para realizar el mencionado análisis, es necesario señalar las cuatro subcategorías en las que se divide la frecuencia:

 

Relato Singulativo (1R/1H): un hecho que se relata una vez y pasó una vez en la historia. Por ejemplo, se relata en un momento que Mansilla vino sin permiso a Buenos Aires, cayendo como una bomba en el paterno hogar, como bien se menciona en el texto; eso ocurre una sola vez en la historia. 

Relato Singulativo Anafórico (nR/nH): un suceso es relatado varias veces (n) y ha ocurrido varias de ellas (n) en la historia. Para que esta categoría sea tenida en cuenta, el hecho debe ocurrir más de una vez en el escrito y narrarse cada vez que suceda; como por ejemplo: En la Causerie, se relata varias veces que Rosas, el tío de Mansilla, no recibió a su sobrino en numerosas ocasiones en su hogar para darle su bendición, lo cual claramente es un hecho que sucede varias veces en la historia.

Relato Repetitivo (nR/ 1H): se relata varias veces algo que pasó tan solo una vez en la historia. En esta subcategoría se señala un hecho que haya ocurrido una sola vez pero que se vuelva a él en reiteradas ocasiones. En Los siete platos de arroz con leche, se relata varias veces que Rosas fue derrotado por Urquiza; lo cual sucedió tan solo una vez en la historia. Lo que es más, cabe aclarar que ésta es la frecuencia predominante en la Causerie. 

Relato Iterativo (1R/ nH): se relata una vez un hecho o situación que sabemos que pasa siempre en la vida del personaje. Puede ser asociada con una rutina o un hábito que sabemos que el personaje hace siempre pero que solo se mencionó una sola vez. Por ejemplo, se narra una sola vez el suceso en el que Rosas rectificó como el Brasil lo estaba picaneando, hasta que él perdió la paciencia; hecho que demuestra que para que la pierda tuvo que haber ocurrido reiteradas veces en la historia.

En resumen, el análisis del tiempo de una narración puede representarse de la siguiente manera:

❖ ORDEN

⮚ Cronológico

⮚ Acronológico (en caso de ser así ejemplificar las siguientes subdivisiones)

▪ Analepsis

▪ Prolepsis

❖ DURACIÓN

⮚ Escena

⮚ Pausa

⮚ Resumen

⮚ Elipsis

❖ FRECUENCIA

⮚ Relato singulativo

⮚ Relato singulativo anafórico

⮚ Relato repetitivo

⮚ Relato iterativo

Modo

Siguiendo con la explicación, en esta instancia hablaremos acerca del modo, es decir, la manera en la que están narrados los sucesos, el cual está dividido en dos categorías: el relato de acontecimientos y el relato de palabra.

Por un lado, el relato de acontecimientos está compuesto por la secuencia narrativa de los hechos, en la cual se cuenta con oraciones unimembres el argumento de la historia. No hay un número determinado de oraciones que deben hacerse, sino que cada persona tiene que hacer la cantidad de oraciones que considere necesarias para recordar los sucesos que han ocurrido a lo largo de la historia en un futuro. Además, es fundamental aclarar que el orden de la secuencia se verá influenciado por el tiempo del enunciado y el de la enunciación. A continuación mostraremos la secuencia narrativa de Los siete platos de arroz con leche:

  • Inesperada llegada de Mansilla a Buenos Aires.

  • Gran recibimiento a Lucio.

  • Descanso del autor.

  • Viaje hacia Palermo, en búsqueda de recibir su bendición. 

  • Espera de Mansilla en la puerta de la casa de su tío. 

  • Encuentro de Rosas y Manuelita. 

  • Asistencia de Rosas.

  • Recibimiento de su tio a su sobrino veinte días después.

  • Lucio es alimentado con siete platos de arroz con leche.

  • Viaje hacia el Brasil de Mansilla, su padre y Sarmiento.

  • Estadía en Francia. 

  • Nuevo encuentro de Mansilla con su familia.

Por otro lado, el relato de palabra se divide en dos subcategorías: distancia, que determina qué tan cerca o qué tan lejos está el narrador de los hechos que el mismo relata, para lo cual hay tres discursos que indican la posición del narrador; y perspectiva, la cual delimita desde qué punto de vista se narran los hechos sucedidos a lo largo del escrito, para lo que existen tres tipos de focalizaciones.

Aquí les expondremos ambas subcategorías del relato de palabra:

Por un lado, la subdivisión “distancia” se clasifica de la siguiente manera:

  • Distancia: Discurso narrativizado

  • Definición: Se presenta cuando hay un narrador que relata los hechos; narración que predomina ampliamente por sobre los demás en Los siete platos de arroz con leche.

  • Ejemplo: “Descansé, pues, y al día siguiente por la tarde monté a caballo y me fui a Palermo a pedirle a mi tío la bendición. No sé si padezco en esto la misma aberración del que, al comparar la iglesia de su aldea con la basílica monumental de la diócesis metropolitana, encuentra que las diferencias de tamaño, de elegancia y esplendor, no son tan considerables como él se imaginaba.”(Véase en la página n°62 del Anexo).

  • Distancia: Discurso directo

  • Definición: Se presenta cuando el narrador no interviene y deja que los personajes dialoguen entre sí.

  • Ejemplo:“-¿Qué libro es ése?

-Es el Mensaje que me ha estado leyendo mi tío..

-¿Leyéndotelo..?” (Véase en la página n°72 del Anexo).

  • Distancia: Discurso indirecto

  • Definición: Es visible cuando el narrador dice lo que dicen los personajes; y para poder identificarlo con más facilidad hay marcas textuales que nos ayudaran (ella dijo…, había afirmado que… le preguntó sí…)

  • Ejemplo:“Allá, como a eso de las once de la noche, Manuelita, que era movediza y afabilísima, salió y volvió reiteradamente, y con una de esas caras tan expresivas en las que se lee un "por fin", me dijo: "Dice tatita que entres"-y sirviéndome de hilo conductor, me condujo, como Ariadna, de estancia en estancia, haciendo zigzags, a una pieza en la que me dejó, agregando: "Voy a decirle a tatita...”.” (Véase en la página n°64 del Anexo).

Por el otro lado, la subdivisión “perspectiva” se clasifica de la siguiente forma:

  • Perspectiva: Focalización cero

  • Definición: El narrador ve todo lo que los personajes hacen. Tiene una mirada panorámica, es decir, general de los hechos.

  •  ¿Está o no está presente en el texto? ¿Por qué?: Esta perspectiva no se halla presente en el texto debido a que el narrador no tiene un conocimiento general de lo que hacen y sienten los personajes, sino que la historia está condicionada por sus recuerdos.

  • Perspectiva: Focalización interna

  • Definición: Los hechos se narran desde la perspectiva del protagonista y vemos solo lo que él ve o vio.

  •  ¿Está o no está presente en el texto? ¿Por qué?: Ésta perspectiva está presente en el texto. Los siete platos de arroz con leche presenta una focalización interna, ya que la historia narrada es una anécdota basada en las vivencias y recuerdos de Lucio V. Mansilla, es decir,  que la Causerie fue narrada desde su perspectiva. En consecuencia, el lector ve lo que Mansilla vio.

  • Perspectiva: Focalización externa

  • Definición: Es cuando el autor ingresa en su propio universo ficcional y es un personaje de la historia.

  • ¿Está o no está presente en el texto? ¿Por qué? Esta focalización no aparece en el texto, debido a que la historia es absolutamente verosímil, y no ficcional.

Voz

Finalizando con el análisis de la trama narrativa, queda tratar la categoría que analiza las características del narrador: la voz. Se basa en identificar cuántas voces aparecen en el relato que cuenta la historia, y si los hechos suceden solo en la ficción o tienen alguna relación con la realidad. Asimismo, ésta se divide en tres categorías: persona, niveles narrativos y tiempo de la narración.

La primera de ellas determina cuántas voces narran la historia. Dentro de ésta hay dos subdivisiones: homodiegética, que es cuando los hechos son narrados por un solo narrador que puede ser autodiegético (protagonista) o testigo; y heterodiegética, la cual refiere a cuando hay varias voces que narran los hechos. En este caso, la Causerie que estamos analizando presenta una persona homodiegética y autodiegética, ya que el protagonista de la historia es Lucio Mansilla, que es el narrador de la misma.

Luego, los niveles narrativos, determinan si los hechos narrados son parte de una ficción o tienen una relación o un correlato con la realidad. Ahora les enseñaremos los tres niveles que componen a esta categoría:

  • Intradiegético: es cuando los hechos narrados pertenecen solo a la ficción.

  • Extradiegético: se presenta cuando los hechos narrados son verosímiles y pueden ocurrir en la realidad.

  • Metadiegético: se muestra cuando se incorporan en la ficción otros tipos de textos como cartas, telegramas, blog, noticias, etc. Para que esta categoría esté presente deben estar los otros textos en forma completa, no solo mencionados.

En la Causerie mencionada es evidente que estamos en presencia de un nivel narrativo extradiegético, debido a que este texto trata experiencias totalmente verosímiles del escritor Lucio. Además, no hay ningún otro tipo de texto que se halle de forma completa, el cual pueda ser considerado como relato metadiegético.

Después de haber analizado en profundidad Los siete platos de arroz con leche ¿Podemos darnos cuenta cuándo se relatan los hechos? ¿Si ha sido antes, después o mientras éstos aún sucedían? Conocer el análisis del tiempo de la narración es imprescindible para poder encontrar una respuesta a estas incógnitas.

Existen cuatro tipos de tiempo:

  • Ulterior (pasado): se presenta si los hechos narrados ya han sido acontecidos

  • Anterior (futuro): se muestra cuando los hechos narrados son contados antes de que sucedan. Siempre se relaciona con planes que tiene el personaje que se relatan antes de que se realicen.

  • Simultáneo (presente): sucede cuando los hechos narrados ocurren mientras se relatan.

  • Intercalado: es cuando el narrador va y viene en el tiempo con los hechos que narra, es decir que aparecen relacionados el tiempo ulterior, el simultáneo y el anterior.

En este escrito, la clasificación de tiempo correspondiente es el intercalado, debido a que Mansilla juega con el tiempo. Lucio va y viene contando opiniones, anécdotas, hablando con el lector, y hasta con su secretario a lo largo de su Causerie, lo cual hace que, sin que nos percatemos, él intercale el tiempo de enunciación del texto. 

Recursos literarios

Los recursos literarios son estrategias que los autores de literatura utilizan en sus textos para dotarlas de una mayor potencia expresiva o belleza. Hay diversos tipos, pero en esta sección nos centraremos en los léxico-semánticos.

  • Metáfora: Figura retórica de pensamiento por medio de la cual una realidad o concepto se expresan por medio de una realidad o concepto diferentes con los que lo representado guarda cierta relación de semejanza.

“Si mi memoria no me es infiel..”(Véase en la página n°65 del Anexo), podemos pensar en la metáfora ya que compara el “fallar” de la memoria con la infidelidad.

  • “El gusto que ellos tuvieron al verme fue inmenso. Me abrazaron, me besaron , me miraron, me palparon, casi me comieron.” (Véase en la página n°61 del Anexo).

Por ejemplo este tipo de definición “casi me comieron” se puede ver como un juego de interpelación  al lector, como un giro ingenioso del lenguaje

  • Hipérbole: Figura retórica de pensamiento que consiste en aumentar o disminuir de forma exagerada lo que se dice.

“Porque yo con mi pseuda corteza europea(..)” (Véase en la página n°63 del Anexo).

  • Onomatopeyas: Las onomatopeyas son palabras extrañas que imitan los sonidos del mundo natural a la vez que se amoldan a la lengua que hablamos.

Hemos hallado un momento es el que el autor apela a las onomatopeyas cuando dice : “Y siguió hasta el fin de la página , leyendo hasta la fecha 1851, pronunciando la ce, zeta, la ve y la be, todas las letras con la afectación de un purista” (Véase en la página n°70 del Anexo), figuras que representan el lenguaje hablado desde un sonido.

Ahora, mencionaremos otros recursos literarios, que no hemos hallado presentes en el texto en cuestión, pero consideramos relevantes mencionar.

  • Símil o comparación: Relación explícita de semejanza entre dos elementos.

Ejemplo: “Se puso como una fiera.”

  • Personificación: Atribución de cualidades humanas a seres inanimados o animales.

Ejemplo: “El tiempo es tirano.”

  • Aliteración: Repetición de sonidos en palabras cercanas o contiguas.

Ejemplo: “Mi mamá me mima.”

  • Anáfora: Repetición de una o varias palabras al inicio de dos o más versos o enunciados. 

Ejemplo: “Aquí estamos, aquí nos quedaremos.”

  • Sinestesia: Atribución de sensaciones físicas a sentimientos o conceptos a los que no les corresponderían.

Ejemplo: “Se escuchaba el dulce sonido de una flauta.”

  • Metonimia: Se le designa a un objeto o idea con el nombre de otro, con el que se vincula por contiguidad o cercanía.

Ejemplo: “Este año leeremos a Cervantes.”

  • Hipérbatan: Alteración del orden habitual de los elementos en una oración.

Ejemplo: “Estrellado el cielo estaba.”







CAPÍTULO SEGUNDO. Trama descriptiva

La trama descriptiva es aquella que se utiliza cuando uno quiere presentar cualidades y características de objetos, personas, paisajes, entre otros; mediante una selección de sus rasgos distintivos. Para ello, suelen usarse variados sustantivos y adjetivos, para que el lector tenga una descripción lo más completa posible de aquello que se está narrando. Ésta trama busca que quien lo lea, comprenda exactamente lo que el autor está caracterizando en su escritura. Es por eso que, para comenzar con el desarrollo de la misma, iniciaremos desarrollando la teoría de los signos lingüísticos propuesta por el teórico Saussure.

Signos Lingüísticos

Para una comunicación efectiva es necesario que existan mecanismos para procesar la información recibida de manera que las personas puedan entender lo que la otra persona les está diciendo. De esta forma, los estímulos que recibimos se transforman en palabras para facilitar su procesamiento. Así surgen los símbolos lingüísticos, que reemplazan elementos de la realidad por representaciones codificadas que el receptor interpreta para comprender el mensaje.

Saussure considera la unidad lingüística (el signo lingüístico) como algo doble, que tiene dos caras y consiste en una combinación de conceptos e imágenes acústicas. Al hablar de imágenes acústicas no nos estamos refiriendo a sonidos, sino a una representación mental de una secuencia de sonidos que corresponde a un concepto (si pensas en los sonidos de una palabra sin pronunciarla, no hay sonidos físicos, pero sí acústica de la imagen).

A causa de esto, podemos decir que los signos lingüísticos no son más que palabras que sustituyen un elemento de la realidad. A continuación se presenta una imagen explicativa para facilitar la comprensión.

Otro ejemplo, la palabra silla es el signo lingüístico del objeto para sentarse con cuatro patas que vemos en realidad.

Este concepto de signos lingüísticos, no figura en el texto como tal, ya que es una idea general. Resulta complejo extraer algún ejemplo de la Causerie en donde se pueda implementar esta teoría. Aun así, consideramos importante desarrollarlo.

A su vez, el lingüista suizo propone reemplazar el concepto de imagen acústica por significado y significante respectivamente. A continuación, procederemos a entrar más en detalle acerca de lo mencionado anteriormente. 

Significado y significante

Por un lado, el significante es aquella palabra que dictamos que representa la definición de un objeto, entre otros, y el cual es considerado la parte material del signo; lo que permite que el significado se haga presente en la mente de las personas. Asimismo, puede ser definido como el conjunto de signos lingüísticos utilizados para remitir a una idea.

Por otro lado, el significado es una representación mental de un objeto de la realidad. Con esto nos referimos a que, por ejemplo, éste no es la idea de un árbol como objeto, sino la imagen que uno se hace de este árbol. Es aquello de nuestra realidad a lo que nos referimos al hablar con otra persona. Lo que es más, este significado dividirse en dos categorías:

Significado denotativo: Este es aquel que se halla establecido en los diccionarios, el que toma el concepto literal de la palabra; y no varía siquiera con el contexto en el que es utilizada.

Significado connotativo: Este es el que se basa en el doble sentido de las palabras, en donde es importante conocer el contexto en donde la palabra es mencionada, para poder entender a lo que ésta se refiere. Además, se tiene en cuenta la asociación cultural o social que se superpone al significado objetivo, permitiendo nuevos usos.

Un ejemplo de estos dos tipos de significado es en la siguiente frase:

“Llevar una vida de perros”

El significado denotativo es vivir literalmente como un perro, comer comida de perros, dormir en el suelo; básicamente creerse perros. Sin embargo, esta frase también puede analizarse según el significado connotativo, ya que cuando alguien dice “Tal persona lleva una vida de perros”, esta frase suele referirse a que vive por debajo de los estándares mínimos aceptables de cada uno, o que la persona en cuestión está atravesando una mala situación.

Ahora analizaremos una oración extraída de “Los siete platos de arroz con leche”:

“…ahogándose dentro de sus muros los pobres alumnos del Colegio Militar”

Por un lado, el significado denotativo de la palabra “pobres” en esta oración deriva de pobreza; es decir que nos estamos refiriendo a los alumnos con falta de ingreso económico. Por otro lado, el significado connotativo sugiere que ésta palabra adquiere un significado similar al de “pobrecito”; indicando un sentimiento de pena hacia estos alumnos que se encuentran sofocados por el calor en dicho Colegio Militar.

Aunque tanto el significado como el significante tienen definiciones diferentes, ambos son criterios que están estrechamente relacionados entre sí. De hecho, Saussure compara esta unidad lingüística a una hoja de papel cuyas dos caras, indicando que cada una de ellas refiere a un concepto distinto de la misma palabra; por lo que es imposible cortar una cara sin cortar también la otra.

Asimismo, cabe aclarar que no hay estrictamente un significado para cada significante, ni un significante para cada significado. Una palabra puede llevarte a más de una imagen acústica (retomando lo dicho en “signos lingüísticos”), y un objeto puede ser nombrado de diversas formas, y aun así referirse al mismo objeto. Aquí va un ejemplo muy común.  

Al decir la palabra “Banco”, algunas personas pueden estar refiriéndose a la estructura en donde una o más personas pueden sentarse, o al edificio en donde se manejan intercambios monetarios; y ambas definiciones son igual de correctas, ya que tienen el mismo significante para dos significados distintos.

Mecanismos de coherencia y cohesión

La cohesión y la coherencia son dos propiedades estrechamente ligadas con la comprensión y la producción de textos. Sin embargo, existe una clara distinción entre estos dos conceptos, pero para hacerla, es necesario saber diferenciar la forma (expresión) y el contenido, entre estructura superficial y una profunda, entre una oración y una proposición.

Por un lado, la primera estructura profunda del texto está conformada por la organización lógica de las ideas o proposiciones del mismo, ya la misma es un proceso de pensamiento.

Por el otro, la segunda estructura es la expresión lingüística de ese pensamiento previamente organizado. Es por ello, que ésta conforma la estructura superficial.

Un texto coherente es aquel en el que encontramos un desarrollo proposicional lógico, es decir, si sus proposiciones mantienen una estrecha relación lógico-semántica, y nos remiten al significado global del texto, lo cual desarrollaremos al final de éste capítulo.

Las relaciones textuales de cohesión son de naturaleza sintáctica y léxico-semántica. Se establecen entre palabras y oraciones de un texto para dotarlo de unidad. Un texto altamente cohesivo siempre será comprensible.

Dicho esto, podemos decir que la cohesión da cuenta de la manera en que la información vieja se relaciona con la información nueva para establecer una continuidad discursiva significativa.

A continuación, describiremos y ejemplificaremos, si es que la cita corresponde al análisis en cuestión, con fragmentos extraídos de la Causerie, los principales mecanismos de cohesión:

  •     La referencia: Este mecanismo establece una relación entre un elemento del discurso y otro u otros que están presentes en el mismo texto o en el contexto situacional. La identificación de los referentes es un aspecto esencial en la comprensión de los textos, ya que incide en forma directa en el procesamiento de la información. Es más, el tipo de palabra que tiene la función de ser referencia es el pronombre, y  a este mecanismo lo reconocemos como Pronominalización que a su vez puede ser de dos clases:

·   Referencia exofórica: se presenta cuando un elemento del texto hace referencia a elementos de la realidad que no están en el texto sino en el contexto situacional. Ejemplo: “El gusto que ellos tuvieron al verme fue inmenso” (Véase en la página n°61 del Anexo).

Este ejemplo indica que “ellos”, quienes no están presentes en el texto, tuvieron el gusto de ver al autor.

·   Referencia endofórica: Se presenta cuando la relación se establece con un referente que está en el mismo texto. Ejemplo: “Manuelita, su hija, era casta y buena, y lo mejor de Buenos Aires la rodeaba…(Véase en la página n°63 del Anexo).

El pronombre “la” hace referencia a Manuelita, quien está presente en el mismo texto.

Lo que es más, las referencias endofóricas pueden ser de dos tipos:

Anafóricas: Ocurren cuando en el interior del texto se establece una referencia retrospectiva, es decir, cuando un término refiere a otro ya mencionado con anterioridad. Ejemplo: "Los curiosos me escoltaron hasta mi casa donde recién supieron que yo había vuelto cuando entraba en ella…” (Véase en la página n°61 del Anexo).

Catafóricas: se presentan cuando el sentido de un término depende de otro que apareció posteriormente. Como la referencia catafórica anuncia algo, suele aparecer seguida de dos puntos (:)-con expresiones como, por ejemplo, tales como, etc. Ejemplo: "Todos los gerentes les pidieron a sus secretarios…”

Les establece una referencia catafórica con los secretarios.

  •     La sustitución de un elemento léxico por otro (o por una expresión): es un mecanismo que nos indica que se ha establecido dentro del texto una relación semántica entre el término sustituido y el sustituto. Se busca así evitar la repetición de un mismo elemento.

La sustitución es una relación de tipo anafórico, y ésta puede realizarse de dos maneras distintas: sustitución sinonímica, la cual consiste en el reemplazo de un elemento por un sinónimo.

Ejemplo: "Las transformaciones que han realizado en mi habitación son estupendas. Fue inesperado encontrarme con semejantes modificaciones.”

La sustitución por medio de proformas es la que se lleva a cabo cuando una palabra o una oración es reemplazada por un elemento lingüístico cuya función es la de servir de sustituto a ese elemento léxico. Es indispensable en este mecanismo de cohesión que el referente y el sustituto sean correferenciales.

Ejemplo: ”He admirado desde un inicio al autor de ésta novela, el mencionado escritor fue de los más reconocidos en todo el país.”

  •     La elipsis: consiste en suprimir la información que está sobreentendida. Podemos decir que es una manera de sustituir un referente.

Ejemplo: “En verano el clima es inestable; en invierno, es más neutral.”

  •     Los conectores: Sirven para establecer relaciones lógicas entre las oraciones de un texto. Expresan determinados sentidos y presuponen la existencia de otros elementos, es decir, que son indicadores de texto que le permiten al lector anticiparse al sentido en que el escritor manejará la siguiente idea.

  •     La repetición: En todo texto escrito, debe existir un equilibrio entre la información nueva y la información conocida.

Los mecanismos de repetición tienen como función primordial garantizar los niveles de redundancia exigidos para facilitar la interpretación textual, pero un exceso de ellos resulta en un texto demasiado reiterativo. Por lo tanto, la repetición es más una necesidad textual que una cualidad. Es por eso, que entendemos que este principio mantiene una función doble: recuperadores conceptuales, y desambiguadores textuales. 

Asimismo, existen dos grandes modelos de repetición: repetición designativa y repetición léxica.

Por un lado, en la repetición designativa, uno de los elementos correferenciales es un deíctico: Yo me voy a sentar en ésta silla; mientras que, ustedes se van a sentar en aquellas.

Por el otro, en la repetición léxica, los dos elementos son léxicamente independientes: “Mi tío apareció: era un hombre alto, rubio, blanco, semipálido…”(Véase en la página n°65 del Anexo).

Observemos que en el ejemplo de la repetición designativa se establece una relación anafórica entre aquella y sillas. Mientras que en el segundo ejemplo se presenta una sustitución de proformas entre blanco y semipálido.

  • Los signos de puntuación: Le proporcionan al lector pautas fundamentales para generar sentido a partir de un texto escrito; y tienen funciones como las de estructurar el texto, delimitar las frases, eliminar ambigüedades, resaltar ideas, e indicar las relaciones de subordinación entre ellas, para regular el ritmo de la composición.

Sin lugar a dudas, podemos establecer una estrecha relación entre puntuación, unidad textual, propósito comunicativo y estilo personal del escritor. Lo que es más, a continuación les mostraremos una esquematización de los grados de puntuación según los signos más usados:

Ahora, nos adentraremos en la profundidad del concepto coherencia. Es una cualidad semántica de los textos que selecciona la información relevante e irrelevante, mantiene la unidad y organiza la estructura comunicativa de una manera específica.

La coherencia obedece a criterios relacionados con la intención comunicativa, dentro de los cuales Van Dijk ha establecido tres clases de coherencia:

• Lineal, secuencial o local: es la que se mantiene entre las proposiciones expresadas por oraciones o secuencias de oraciones conectadas por medio de relaciones semánticas.

Global: está determinada por las macroestructuras textuales, que caracterizan al texto como una totalidad en términos de conjuntos de proposiciones y secuencias completas; la cual predomina en nuestra Causerie.

Pragmática: se da en la adecuación permanente entre el texto y el contexto (las condiciones específicas de los interlocutores, la intención comunicativa, el tiempo, el lugar y demás circunstancias extraverbales).





















CAPÍTULO TERCERO. Trama conversacional

La trama conversacional se caracteriza por un intercambio comunicativo en el que se alternan los turnos para hablar. Es utilizada en conversaciones, chats, entrevistas, historietas, textos teatrales, etc. Dentro de esta Causerie la podemos encontrar en los momentos en los cuales Rosas y Mansilla están estableciendo una conversación, o cuando Rosas le ordena cosas a su hija, o cuando Mansilla habla con sus padres, entre otros momentos.

Principio de cooperación

Paul Grice publicó en 1975 la teoría del principio de cooperación y las máximas conversacionales. Él establece la pragmática conversacional, que se basa en el principio de cooperación: si dos o más personas establecen una interacción verbal, oyentes y hablantes cooperarán para entenderse y ser entendidos, para comunicarse correctamente.

Dentro de este principio, nacen cuatros normas o categorías llamadas máximas conversacionales, que se siguen subdividiendo en algunas restricciones. Los nombres de estas cuatro normas de Paul Grice son los siguientes: La máxima de calidad, la máxima de cantidad, la máxima de relevancia y la máxima de modo. A continuación procederé a explicar cada una e implementarlas en el texto analizado.

Máxima de cantidad:

Nos habla de la cantidad de la información que debemos dar.

  • Haz tu contribución tan informativa como se requiera para los propósitos del intercambio informativo.

  • No hagas tu contribución más informativa de lo necesario.

Dentro de lo que corresponde a esta categoría del principio de cooperación, podemos encontrar una notable transgresión en la Causerie elegida en la cuarta página de la historia de Mansilla. Lo que nos dice es:

No se si padezco en esto la misma aberración del que, al comparar la iglesia de su aldea con la basílica monumental de la diócesis metropolitana, encuentra que las diferencias de tamaño, de elegancia y esplendor, no son tan considerables como él se imaginaba. Pero el hecho es que el Palermo de entonces me parecía a mí más bello, bajo ciertos aspectos, que el Palermo de ahora. A no dudarlo, el suelo del Palermo de entonces era mejor que el suelo del Palermo de ahora, como el Palermo de entonces incuestionablemente tenía un aspecto más agreste, más de bosque de Boulogne que el de ahora,y en el que la simetría, hasta para pasearse, comienza a ser de una monotonía insoportable.(Véase en la página n°63 del Anexo).

El contexto en donde se puede encontrar esta cita es que el joven Mansilla estaba yendo a visitar a su tío Rosas, y se encontraba pasando por Palermo. La información que aporta el párrafo es su opinión acerca del cambio estético que presentaba el barrio luego de su viaje por el continente asiatico y europeo. Creo correcto considerar que esta información no es ni necesaria ni relevante (por lo tanto se aplica esta transgresión también a la máxima de relevancia) para el objetivo de la Causerie, el cual es contarle la historia de su visita con Rosas luego de su travesía por el mundo. Por esto, es factible decir que Mansilla transgredió la máxima de cantidad.

Un detalle relevante para comprender la infracción de la máxima de cantidad, es citado en este párrafo:

“Sí, pues - agregó - ; estoy muy contento de usted - y esto lo decía balanceando las piernas, que no alcanzaban al suelo, ya lo dice - porque me han dicho - y yo había llegado recién el día antes, ¡qué buena no sería su policía! - que usted no ha vuelto agringado.”

Luego de analizar este extracto del texto, podemos entender que Mansilla redunda en una aclaración ya dada previamente, la cual no era necesario retomar (dentro del texto ya había nombrado que balanceaba las piernas). Con esto logró dar información extra de lo requerido para comprender el mensaje, por lo que es incumplida la norma.

Esta no es la única ocasión en donde nuestro autor incumple esta máxima, pero ya con utilizar un ejemplo así de claro se puede dar a entender que estas normas son transgredidas constantemente en la Causerie.

Máxima de relevancia:

Dentro de esta no hay mucho para explicar, ya que la trata de lo que su nombre indica (dar información relevante), y la única restricción que tiene es:

  • Que lo que hable oportunamente sea importante:.

A lo largo de la Causerie, la máxima que Lucio Mansilla respeta en mayor cantidad es la de relevancia. A medida que va avanzando el texto se suele notar un cierto hilo conductor en la historia contada para Posse, recordando, por ejemplo, algunas conversaciones que tuvo previo al viaje por el mundo. Sin embargo también nuestro autor tiene sus momentos en donde transgrede dicha norma.

Uno de estos momentos, ya explicado en la máxima de cantidad, es donde opina acerca del cambio en el barrio de Palermo, en donde dicha opinión no es relevante bajo ningún aspecto para el objetivo informativo de la “Los siete platos de arroz con leche”..

Otro momento en donde la máxima de relevancia es transgredida es el siguiente párrafo: 

“Acomodó simétricamente los candeleros, me insinuó que me sentara en una de las dos sillas que se miran, se colocó delante de una de ellas de pie y empezó a leer desde la carátula que rezaba así:

  • “¡Viva la Confederación Argentina!”

  • “¡Mueran los Salvajes Unitarios!” (...)

Por ese tenor iban las preguntas, cuando, interrumpiendo la lectura, preguntarme:

  • ¿Tienes hambre?”

Aquí lo que nos escribe Mansilla es una charla que le da Rosas a él, leyéndole un libro, hasta que de repente le pregunta si tiene hambre. Esto acaba completamente con el hilo conductor de lo que estaba haciendo Rosas, rotando por completo el rumbo de la conversación hacia otro frente, transgrediendo así la máxima de relevancia, pero no en la narración de la Causerie, sino en la conversación de Rosas con Mansilla.

Máxima de modo:

Podría considerarse la más compleja de las cuatro, y se refiere a la elección de las palabras o al modo en que se expresan las ideas.

  • Evita las expresiones oscuras o complicadas

  • Restringe la ambigüedad

  • Sé breve

  • Sé ordenado

 Mansilla está constantemente transgrediendo la máxima de modo, ya que en varias partes de este escrito menciona diversas ambigüedades, o hace uso de expresiones confusas en donde no termina de ser claro el mensaje o lo que se quiere referir. El ejemplo más claro de esto es cuando comienza a aconsejar al escritor acerca de colocar un tilde en determinada posición, y el escritor transcribe la conversación: 

Yo había vuelto vestido a la francesa, eso sí, pero potro americano hasta la médula de los huesos todavía, y echando unos ternos, que era cosa de taparse las orejas: el traje había cambiado, me vestía como un europeo; pero era tan criollo como el Chacho, el cual, estando emigrado en Chile (en Chile que no es Europa, a Dios gracias) y preguntándole cómo le iba, contestó: “¿Y cómo quiere que me vaya: en Chile y a pie? cuando hay énque (pongan el acento en la primera e ), no hay cónque (pongan el acento en la o ), y cuando hay cónque no hay énque”. (Véase en la página n°68 del Anexo). 

Dentro de este párrafo se puede encontrar como Mansilla transgrede en varios sentidos la máxima de modo. El primer caso dentro de este párrafo, en donde se confunde la narración, no siendo claro, es en los paréntesis que dice (pongan el acento en la primera e) y (pongan el acento en la o). Este hecho ocurre porque Mansilla le dicta a su escritor, con el cual a veces conversa o discute en el medio del dictado, por lo que este transcribe incluso las discusiones o aclaraciones, por lo que termina confundiendo enormemente al lector, aparte de dar ambigüedad a la lectura.

Además, podemos citar la máxima de modo en la escritura de Mansilla en relación con el uso del Francés en reiteradas oportunidades, ya que esta alteración en la forma lingüística deja fuera a aquellos que no comprenden el idioma. Esto es entendido hasta cierto punto, ya que el escribe, en este caso para Benjamin Posse o para los miembros del salón literario, quienes solían tener conocimiento académico del idioma francés, pero para el grueso de los receptores suele confundir el cambio constante de idioma aludiendo de esta manera al concepto de falta de claridad.

Máxima de calidad:

Aquí nos referimos a que el emisor se ciña a la verdad, es decir, a explicar hechos que tiene por ciertos. Esta puede descomponerse en las siguientes restricciones.

  • No digas aquello que crees que es falso.

  • No digas aquello para lo que no tienes pruebas adecuadas.

A lo largo de la Causerie no logramos identificar un momento exacto en donde se note claramente la transgresión de esta norma. Aun así, consideramos necesario explicarla aunque sea brevemente para que el lector de este ensayo pueda obtener dichos conocimientos académicos en condiciones y de manera completa.

Estas reglas del principio de cooperación en gran cantidad de casos no son cumplidas correctamente, lo cual acaba dificultando el entendimiento entre los personajes de la situación comunicativa. Luego de haber analizado e implementado las máximas conversacionales en el escrito de Mansilla, se puede concluir que nuestro autor no era un gran amante de dichas máximas (aunque como se deben haber dado cuenta, fue publicada esta teoría de Paul Grice casi 100 años después). A lo largo de “Los siete platos de arroz con leche”, presenta varios momentos en donde se dificulta la lectura y entendimiento de las ideas u opiniones. El análisis de estas máximas nos permite reflexionar, si bien son escritos de hace aproximadamente 140 años, sobre la alteración de la comprensión causada por la mezcla de expresiones orales con la formalidad escritural, a la que hoy en día estamos habituados.

Circuito de la comunicación

         El circuito de la comunicación fue diseñado por el lingüista ruso Roman Jackobson con el objeto de describir el proceso comunicativo. Todo acto comunicativo, desde el más simple hasta el más complejo consta de los siguientes elementos: emisor, mensaje, receptor, referente, código, canal y contexto situacional. A continuación, definiremos cada elemento que conforma al circuito:

-          Emisor: es quien envía el mensaje.

-          Receptor: es quien recibe el mensaje.

-          Mensaje: es  lo que el emisor le dice al receptor.

-          Referente: es el tema sobre el cual se habla en el mensaje

-          Contexto: es la situación o lugar en el que está ocurriendo el mensaje.

-          Canal: es por donde se envía el mensaje. Puede ser por medio de un canal verbal, o no verbal; la diferencia reside en que el canal verbal ocurre a través de palabras, mientras que el no verbal son gestos o comportamientos de tipo visual.

-          Código: es el conjunto de signos con el que se forma el mensaje. Puede ser lingüístico o paralingüístico.

-          Contexto situacional: es el ambiente que rodea a la situación comunicativa

Una vez aclarados los elementos, podemos esquematizarlos de la siguiente forma:

Se entiende como competencia literaria a un componente de la competencia comunicativa que incluye la capacidad de leer, comprender, interpretar y valorar distintos tipos de textos literarios.

La competencia literaria se entiende como un componente que incluye la capacidad de leer, comprender, interpretar y valorar distintos tipos de textos literarios. Se podría decir que son las habilidades de los participantes de la situación comunicativa.

También hay que tener en cuenta las competencias culturales, sociológicas, filosóficas y los determinantes psicológicos del receptor y del emisor, para analizar en qué posición se encuentran los hablantes respecto del otro.

         Por ejemplo, así se vería representada la situación entre Mansilla y Rosas dentro de la Causerie a modo de ejemplo, y de esta manera se estaría representada la situación comunicativa correspondiente:

Competencias de Mansilla:

Culturales: Políglota y cosmopolita. Su escritura era un pasatiempo, debido a que en verdad no se ganaba; él era un diletante. Estaba interesado en la política y en la actualidad. A su vez, había sido obligado por sus padres a viajar.

Sociales: Lectos: idiolecto: español, francés, inglés, e italiano; sociolecto: clase alta; cronolecto: adulto.

Registros: escolarizado, profesional (político, periodista, escritor, militar, y diplomático), e informal.

Filosóficas: Se encuentra a la par de muchos autores y figuras públicas reconocidas.

Determinantes psicológicos: Persona correcta y educada,  la cual tomó la decisión de esperar a que la persona que lo recibía le consultara acerca de si tenía hambre o no; sin tomarse el atrevimiento de decirle el por su cuenta cuál era su necesidad.

Competencias de Rosas:

Culturales: Caudillo adinerado que según él buscaba el bien de la sociedad y el pueblo, a pesar de que sus medidas eran represivas.

Sociales: Lectos: idiolecto: español, y francés. Sociolecto: clase social alta; cronolecto: adulto.

Registros: escolarizado, profesional, e informal.

Filosóficas: Era católico.

Determinantes psicológicos: Es atento, y busca que la persona a quien recibe, en este caso, esté bien alimentado.

      A continuación se podrá ver la situación comunicativa, que hemos esquematizado, entre Mansilla y los lectores:

Ahora, señalaremos las competencias correspondientes de los lectores, debido a que las de Mansilla las hemos definido previamente.

Competencias de los lectores:

Culturales: Interesados en las Causeries de los jueves y los temas tratados en cada una de ellas.

Sociales: Lectos: idiolecto: español, sociolecto: clase media/alta, cronolecto: adulto.

Registros: escolarizado, informal.

Filosóficas: Tienen una opinión muy buena del autor y lo creen uno de los más importantes de su época. Admiran su conocimiento y experiencias de vida.

Determinantes Psicológicos: Desean la publicación de las Causeries para conocer más sobre Mansilla.

Y así es como concluimos con el análisis de la trama conversacional, el cual deseamos haya sido completo y fructífero para su aprendizaje.

CAPÍTULO CUARTO. Análisis del paratexto

Cuando nos referimos a un texto, no hablamos solamente del cuerpo del mismo, sino de una triada de elementos que ayudan a la compresión del mismo: el soporte, el texto, y el paratexto. A lo largo de este capítulo nos centraremos en este último elemento.

Los paratextos son palabras, imágenes, cuadros estadísticos, lecturas, dibujos, letras de diferente tamaño, forma y color que actúan como complemento de compresión del texto principal. Estos elementos en su conjunto le dan sentido al mensaje que se quiere transmitir en el escrito; son complementos. En “Los siete platos de arroz con leche” podemos citar diversos elementos paratextuales que acompañan al texto principal, tales como el título, la dedicatoria, el epígrafe y las notas al pie.

Título

Un título es el nombre por el que se conoce un documento. En la Causerie elegida, éste lleva el nombre de “Los siete platos de arroz con leche”. El cual, sin realizar un análisis exhaustivo, podemos decir que se refiere a la comida que le dio su tío, Juan Manuel de Rosas, a Mansilla, en la anécdota contada dentro del texto. La comida ofrecida por su familiar no tiene la relevancia necesaria como para comprender el título de la obra, sino que se utiliza para englobar la idea del regreso de Mansilla desde el otro lado del océano, y su inmediata visita a su familia, tanto a sus padres como a su tío, el famoso “Restaurador de Leyes”. Más allá de este significado, cabe aclarar que los títulos que utiliza Lucio para sus escritos suelen ser creativos, como por ejemplo “El vaso de leche” o “El excursionista de planetas”.

Dedicatoria

Una dedicatoria es una nota o texto breve que encabeza una obra de algún tipo: artística, investigativa, científica o académica, que la dirige u ofrece a una persona o varias, cuya significación afectiva es considerable para el autor. 

Ésta Causerie, al igual que la gran mayoría, fue dedicada a un personaje relevante en la vida de Lucio Mansilla. En nuestro caso, este personaje es Benjamin Posse.

Tal y como lo hemos desarrollado en la introducción, este periodista era un gran amigo del autor, tanto así que dedicó uno de sus escritos a Posse. Ambos pertenecían al salón literario, y no era extraño que Mansilla dedicase sus Causeries a miembros de este espacio. No hay un motivo específico por el cual la Causerie está dedicado a él, pero se puede suponer que en alguna conversación, ya sea por canal escrito u oral, Posse le habrá preguntado acerca de su regreso a la Confederación Argentina y su relación con Rosas, por lo que en este texto se le da una respuesta acorde al calibre de nuestro autor.

Epígrafe

Un epígrafe es un lema que, a modo de sentencia, pensamiento o cita de un autor conocido, ilustra la idea general, plan o estilo de un libro o capítulo de este. Generalmente el epígrafe se escribe debajo del título de la obra o al principio de cada capítulo.

El de este escrito dice “Tout historien doit être menteur de bonne foi” que traducido al español significa “Todo historiador debe ser un mentiroso de buena fe”. Con esta frase Mansilla se refiere a que, cuando el historiador relata algún hecho, independientemente de la fuente con la que haya consultado, o mismo si lo ha vivido el mismo historiador, siempre hay ciertas probabilidades de que la información recaudada tenga una parte de falsedad. Esto es motivo de que, como explica más adelante en la Causerie, “(...) la historia de un hombre no es muchas veces más que la de las injusticias de algunos (...)”. Sabiendo esto, es muy probable que gran parte de la historia que conocemos haya sido únicamente narrada sabiendo únicamente la versión de lo que han vivido, por ejemplo, los victoriosos de las guerras, o la historia de las clases más altas, a quienes se les daba mayor importancia en dicha época.

Notas al pie

Una nota al pie sirve para aclarar algo acerca del tema que se está tratando, la fuente de una cita o la referencia de una obra mencionada en el texto. También puede servir para incluir un comentario breve. Es parte de los elementos paratextuales que ayudan al entendimiento del texto principal.

En la Causerie tomada, hace su aparición este elemento un total de dos veces. La primera de estas, es para ofrecer un mínimo de información acerca del capitán Le Page (nombrado en el texto), la cual dice “Estuvo en Río de la Plata, con una misión, y me conoció en casa de mi madre, donde visitaba”. En este caso, no es tan necesaria la aclaración, ya que el texto podría ser entendido perfectamente en caso de no existir dicha nota al pie, aunque la misma nos permita conocer un poco de la relación entre el capitán y Mansilla.

Para finalizar, la segunda y última nota al pie utilizada, se encuentra al inicio de la tercera parte del escrito. El texto nos dice que su padre envió a Mansilla a leer el Contrato Social, y la nota al pie nos traslada a otra Causerie del autor, titulada ¿Por qué…? dedicada al señor don Carlos Pellegrini; la cual definitivamente debe mencionar el concepto que se ha dicho en “Los siete platos de arroz con leche” de manera más extensa, y es por ello que nos sugiere que vayamos en búsqueda de la Causerie ¿Por qué…?.















CAPÍTULO QUINTO. Análisis personal y opiniones de la Causerie

Ha llegado el momento en el que dejaremos las teorías gramaticales a un lado, para analizar en profundidad lo sucedido en Los siete platos de arroz con leche. Esperemos que este capítulo lo ayude a ver la Causerie de Mansilla desde otro punto de vista al esperado, sorprendiendose a través de la lectura.

Epígrafe de la Causerie

 Para comenzar, nos queremos centrar en el epígrafe, en el cual debemos resaltar la importancia de lo que está escrito, y la que le puede dar el lector a lo que se halla en el mismo. En la Causerie en cuestión, Mansilla menciona antes de iniciar con el relato “Tout historien doit être menteur de bonne foi”, que traducido del francés significa “Todo historiador debe ser un mentiroso de buena fe”. ¿A qué se refiere Mansilla con esto?, ¿Quiere generar algo en Posse, a quien está dedicado este escrito, o en los lectores?

En el contexto de la escritura de la historia, se refirió a que un historiador debe ser "un mentiroso de buena fe", ya que puede necesitar llenar los vacíos en la información histórica con una narrativa coherente y comprensible. No necesariamente se trata de crear eventos o datos falsos, sino de elaborar sobre los hechos conocidos, establecer conexiones y proporcionar un relato que sea accesible y significativo para los lectores.

Los historiadores a menudo se enfrentan a desafíos cuando la información histórica es incompleta o contradictoria, y en tales casos, pueden verse obligados a realizar inferencias, conjeturas o interpretaciones basadas en la evidencia disponible. La frase de Mansilla sugiere que, en última instancia, el objetivo principal de un historiador es contar la historia de manera que sea informativa y significativa, incluso si eso implica presentar la verdad de manera creativa y de buena fe, ya que de otra forma el análisis quedaría inconcluso. No obstante, esta perspectiva también plantea discusiones y debates sobre la ética y la objetividad en la escritura de la historia.

Lucio Mansilla no era principalmente un historiador en el sentido académico del término, sino más bien un político, militar y escritor argentino del siglo XIX. Aunque él escribió sobre eventos históricos y anécdotas en sus obras, su contribución a la historiografía no se limitó a la investigación y el análisis histórico en el sentido tradicional.

Como conclusión, una de las razones por las cuales el autor pudo haberla escrito es para justificar posibles mentiras o falsedades que se pueden hallar en Los siete platos de arroz con leche; o quizás quiso confundir e interpelar a sus lectores, o al mismísimo Posse. Es por ello, que consideramos que aquella frase es una representación de lo que tanto él, en caso de ser considerado un historiador, como éstos últimos, realizaban constantemente en sus escritos, es decir, que hacían uso de lo que nosotros llamamos: mentiras piadosas. Sin embargo, cuando uno lee que un historiador puede estar mintiendo (de buena fe, pero al fin y al cabo hubo de pronunciar falacias) en su documento, los lectores reconocemos que no podemos confiar por completo en la veracidad de lo que está leyendo. Esto hace que dudemos constantemente de lo que Mansilla menciona a lo largo del texto, lo que le podría llegar a generar cierto grado de entretenimiento. Aun así, este capítulo de nuestro ensayo está compuesto por conjeturas que hemos realizado con el objetivo de hacer reflexionar al lector acerca del porqué de ciertos aspectos que encontramos dentro del escrito, el cual en este caso, el epígrafe.

Cuerpo de la Causerie

Consideramos que, a través de sus escritos, Lucio buscaba informar y entretener a sus lectores, compartiendo sus observaciones y reflexiones sobre la vida en París, la cultura francesa y otros temas de interés. Sus escritos se han valorado tanto por su estilo literario como por su perspicacia en el análisis de la sociedad y la cultura de la época.

El autor, a lo largo de Los siete platos de arroz con leche nos quiere transmitir la complejidad de la figura de Juan Manuel de Rosas y su papel en la historia argentina, mostrando tanto sus virtudes como sus defectos y cuestionando la forma en que se ejerció el poder durante su gobierno. Es por ello que podemos decir que Mansilla hace alusión a las políticas de Rosas en dicha Causerie también al mencionar el concepto "colorados"; un término que puede hacer referencia a los partidarios de Rosas, quienes utilizaban en ocasiones pañuelos rojos como símbolo del federalismo rosista; insinuando una crítica o cierta percepción negativa hacia su tío y su legado político. Además, en varias ocasiones menciona la "firma" de su tío, haciendo referencia al poder y la autoridad que él tenía sobre el pueblo, describiendo su carácter autoritario.

Comentarios en francés

Mansilla no solamente era un chismoso de la década del ´80, sino que también era un hombre culto, cosmopolita posiblemente a causa del extenso viaje que ha realizado durante su juventud. Él visitó innumerables países y ciudades, pero no pudo evitar enamorarse por completo de una de ellas: París, Francia. Esto se puede notar con la gran cantidad de referencias que ha hecho con respecto a Francia a lo largo del escrito, o mismo al colocar frases en Francés a lo largo de la Causerie.

El intercambiar constantemente de lenguas puede ser por varias razones. Uno de ellos es causado por su afán de mostrarle al público sus conocimientos, haciendo ver su cultura y los frutos de su viaje por el mundo. También pensamos que pueden ser causados por un hábito, ya que al haber estado tanto tiempo en Francia, podría haberle generado una costumbre de ir colocando frecuentemente en sus escritos comentarios de esta índole; o quizás él pronunciaba aquellas palabras y la persona a quien Mansilla le dictaba creía que debía escribirlo tal cual él lo dijera. Y por último, consideramos que algunos de los comentarios en francés escritos en la Causerie en cuestión han sido para que al propio lector se le dificulte el entendimiento de lo que está escrito, para que la información escrita en los diferentes textos, sean de acceso limitado a las personas con las competencias necesarias (en este caso, comprender el francés) y sólo unos pocos tengan el privilegio de leer sus escritos. Sin embargo, hoy en día podemos llegar a entenderlo debido a las palabras y frases que le consecuten; pero en aquella época solo aquel que conociera el idioma podría entender la Causerie en su totalidad.

Es más, es necesario recalcar que en la época no era de extrañar que la gente culta, de la alta sociedad, o mismo quienes conformaban parte del salón literario sepa hablar más de un idioma (generalmente la segunda lengua en dicha época era el francés) así que como Mansilla pertenecía a este grupo, hay una cierta posibilidad de que implemente ciertos comentarios en francés por una especie de “moda”. Al igual que en el análisis anterior, del epígrafe, invitamos al lector a pensar y analizar, por su propia cuenta, los motivos por los cuales el autor pudo haber escrito parte de su Causerie en francés.

CONCLUSIÓN

Ya cerrando este trabajo, nuestra idea es repasar brevemente los puntos por los que hemos pasado y las opiniones que hemos formado. 

En primer lugar, podemos ver cómo se desarrolla la vida de nuestro autor, Lucio Mansilla, aprendiendo un poco de su contexto histórico, la famosa generación del 80’; sobre Benjamin Posse, el hombre al que le dedicó esta Causerie, entre otros datos de menor relevancia.

En segundo lugar, continuamos analizando todas las tramas textuales que figuran en el relato y podrían considerarse importantes para ver (específicamente, la narrativa, la descriptiva y la conversacional, omitiendo la argumentativa, ya que dentro de nuestro texto no consideramos que era imprescindible, y decidimos analizar en profundidad las tramas ya nombradas en lugar de ésta). 

Dentro de la narrativa, observamos el tiempo, el modo y la voz del texto; los signos lingüísticos dentro de la sección de trama descriptiva, y la situación comunicativa de la trama conversacional, entre otros aspectos. El cuarto capítulo nos habla de los elementos paratextuales aparecidos, y los fuimos analizando en base a diversas fuentes y conocimientos académicos. Para finalizar dimos nuestras teorías y opiniones en base a algunos aspectos del escrito.

Uno de los elementos fundamentales que creemos que ayuda al entendimiento es el principio de cooperación y las máximas conversacionales, ya que apoyan en gran medida al intento de todos los participantes en la conversación (en este caso, la Causerie que le escribe Mansilla a Posse) de comprender las ideas externas o el mensaje que se quiera transmitir. La elaboración del ensayo y el análisis de estas máximas sobre la Causerie nos hicieron dar cuenta que un buen texto podría ser independiente de estas máximas y transmitir la idea de igual forma. Es cierto que son de gran importancia, pero logramos comprender que no es un elemento imprescindible para un texto, ni que se deben cumplir al pie de la letra en todos los casos.

Con todo este breve recorrido a lo largo del ensayo, podemos concluir que Mansilla es un escritor con múltiples capacidades literarias, utilizando gran parte de los recursos existentes y vistos en clase. 

EPÍLOGO

A lo largo de este ensayo, hemos explorado la vida de Julio Victorio Mansilla y su contribución a la literatura y la cultura argentina, centrándonos en la creación de sus "Causeries”, y el análisis de una de ellas en particular. Nuestro objetivo principal ha sido proporcionar a los lectores una comprensión más profunda de quién fue Mansilla y qué representaron sus escritos en la historia literaria y cultural de Argentina; además de poder brindar un análisis exhaustivo de “Los siete platos de arroz con leche”.

A su vez, hemos reflexionado sobre la importancia del análisis de textos como una herramienta para comprender mejor el contexto, las intenciones del autor y el valor cultural de las obras literarias. Aprender a analizar y apreciar las "Causeries" y otros tipos de escritos contribuye a una comprensión más profunda de la literatura y la cultura en general.

Hemos enfrentado diversas dificultades a la hora de realizar este ensayo. Ambos autores no nos encontrábamos el uno con el otro, hasta que pudimos congeniar y compartir ideas similares a la hora de realizarlo. Sabíamos que podíamos llevar a cabo un trabajo de este calibre, ya que la misma ha sido debido a la experiencia y sabiduría que adquirimos en estos cinco años de estudio que hemos transitado en la escuela secundaria, solo era cuestión de asimilarlo.

En síntesis, esperamos que este ensayo haya cumplido su objetivo de informar a los lectores sobre la vida de Lucio Victorio Mansilla, las "Causeries," y haberles proporcionado valiosas lecciones sobre el análisis de textos y la importancia de apreciar la diversidad de formas de expresión literaria y cultural. A medida que continuamos explorando el legado de figuras históricas como Mansilla, podemos aprender y apreciar más plenamente la riqueza de la herencia cultural de Argentina.





AGRADECIMIENTOS

En este punto final de nuestro ensayo, deseamos expresar nuestros más sinceros agradecimientos a quienes han hecho posible la realización de este trabajo.

En primer lugar, queremos agradecer a la institución Nuestra Señora de Las Nieves por el valioso apoyo y enseñanzas que hemos recibido a lo largo de los años. La educación, la cual hemos adquirido en esta escuela ha sido fundamental para nuestro crecimiento académico y personal. Estamos profundamente agradecidos por todas las oportunidades de aprendizaje que nos han brindado.

En segundo lugar, queremos agradecerle especialmente a nuestra profesora actual de la asignatura de Lengua y Literatura, María Luisa Frey. Su dedicación, orientación y apoyo constante han sido cruciales para llevar a cabo la elaboración de este ensayo. Sin su guía y paciencia, no habríamos logrado superar los desafíos y obstáculos que nos han surgido en el camino. Ha sido un orgullo presentar este trabajo, el cual ha requerido un arduo esfuerzo y que ha sido posible gracias a sus enseñanzas.

Finalizando, agradecemos a la institución educativa y a nuestra querida profesora por su inestimable contribución a nuestro desarrollo académico. Sus enseñanzas y apoyo han sido fundamentales en nuestro proceso de aprendizaje, y esperamos seguir aplicando lo que hemos aprendido en futuros proyectos y desafíos. Gracias por su confianza y dedicación.






GLOSARIO

Un glosario es “un catálogo de palabras de una misma disciplina, de un mismo campo de estudio, etc., definidas o comentadas” (RAE, 2012). Éstos, mantienen una cierta similitud con los diccionarios (incluso, suelen ordenarse alfabéticamente). Sin embargo, tienen la particularidad de ser una lista de palabras claves o términos técnicos sobre un tema de investigación, el cual en este caso será acerca de la Causerie “Los siete platos de arroz con leche”. No siempre es necesario. Se puede incluir todas aquellas expresiones fundamentales que remiten al problema, marco teórico y/o enfoque. A continuación, realizaremos un glosario de las palabras, tanto en español como en francés, que desconocemos y se encuentran en el texto.

Palabras en español:

adiposo (adj.): grasiento, cargado o lleno de grasa o gordura.

advenimiento (v.): llegada de alguien o algo.

anacronismo (sust.): error consistente en confundir épocas o situar algo fuera de su época.

ardite (sust.): moneda de poco valor que hubo en Castilla.

apoteosis (sust.): ensalzamiento de una persona con grandes honores o alabanzas.

botaratada (sust.): dicho o hecho propio de un botarate, es decir, de una persona alborotada y de poco juicio.

colegir (v.): del latín Colligĕre, conjugado se podría entender como “pedir” cuasi: del lat. quasi 'como si', 'aproximadamente'.

desafueros (sust.): actos violentos contra la ley.

dispepsia (sust.): enfermedad crónica caracterizada por la digestión laboriosa e imperfecta.

execrado (adj.): condenado y maldecido con autoridad sacerdotal o en nombre de cosas sagradas.

hiperbóreos (adj.): perteneciente o relativo a la región hiperbórea.

lacayo (sust.): criado de librea cuya principal ocupación era acompañar a su amo en sus desplazamientos.

mamotreto (sust.): libro o legajo muy abultado, principalmente cuando es irregular y deforme.

mengua (sust.): pobreza, necesidad y escasez de algo.

mistificación (v.): acción y efecto de mistificar.

nabab (sust.): en la India musulmana, gobernador de una provincia.

pavoneaba (sust.): alardear, presumir de una cualidad o una posesión.

penetrante (adj.): que entra mucho en algo.

poltrona (adj.): flojo, perezoso, haragán, enemigo del trabajo.

prosapia (sust.): ascendencia, linaje o generación de una persona.

reminiscencia (sust.): recuerdo vago e impreciso.

singlando (v.): navegar, andar la nave con rumbo determinado.

ufano (adj.): satisfecho, alegre, contento.

Palabras en francés:

ad-portas (adv.): cuando algo está a punto de suceder.

atavismo (v.): refiere a imitar costumbres antiguas.

avec (v.):  estar acompañado.

beau/belles (adj.): que algo o alguien es bonito/a.

bene (sust.): que tiene alguna particularidad.

cavaliere (sust.): refiere a la palabra jinete.

charmante (adj): su significado es encantadora.

chose (sust.): refiere al sustantivo cosa.

collant (adj.): significa fastidioso/a.

comme (adv.): quiere decir como/al igual que…

comment (adv.): indicador de la pregunta ¿cómo?.

dame (sust.): se refiere a una señora/mujer.

faire (v.): es hacer algo.

faubourg (sust.): quiere decir suburbio.

il (pron.): sujeto singular masculino.

je (pron.): pronombre en primera persona del singular.

le (pron.): quiere decir le.

moi (pron.): significa yo.

ne (adv.): se refiere a la palabra no.

pas (pron.): quiere decir ningún.

posais (v): indica poner/colocar/depositar.

prendai (v): significa tomar/agarrar.

previens (adv.): informarle algo a alguien.

servente (adj): ser servicial.

tres (adv.): quiere decir muy.

valeur (sust.): tener valor.

vaudeville (sust.): comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades.

vous (pron.): significa ustedes.

















WEBGRAFÍA

KREIMER, ARIELA. Educ.ar La generación del 80. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.educ.ar/recursos/14859/la-generacion-del-80#:~:text=Introducci%C3%B3n%20a%20las%20actividades,originalmente%20en%20la%20prensa%20peri%C3%B3dica.

GASULLA, Ernesto (2021). Quora ¿Qué hizo tan mal Juan Manuel de Rosas para que se lo ignore totalmente en Argentina. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://es.quora.com/Qu%C3%A9-hizo-tan-mal-Juan-Manuel-de-Rosas-para-que-se-lo-ignore-totalmente-en-Argentina.

LOCATELLI, Fernando Rodrigo (2019). Quora ¿Por qué a Juan Manuel de Rosas se lo apodaba "El Restaurador del Orden"?. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://es.quora.com/Por-qu%C3%A9-a-Juan-Manuel-de-Rosas-se-lo-apodaba-El-Restaurador-del-Orden#:~:text=%22RESTAURADOR%20DE%20LAS%20LEYES%22.,prop%C3%B3sitos%2C%20era%20RESTAURAR%20LAS%20LEYES.

FERRARO, Liliana (2002). Bdigital.uncu.edu.ar LUCIO V. MANSILLA: ENTRE LA HISTORIA POLÍTICA Y LA HISTORIA CULTURAL: UNA EXCURSIÓN.... Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/7613/05-ferraro-luciovmansilla-rhaya.pdf.

DE LA TORRE PÀEZ, Carlos (2019). LA GACETA  Benjamín Posse enfermo. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.lagaceta.com.ar/nota/798366/opinion/benjamin-posse-enfermo.html.

ETECÈ, Editorial (2021). concepto Lenguaje denotativo y connotativo. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://concepto.de/lenguaje-denotativo-y-connotativo/.

ETECÈ, Editorial (2021). concepto Denotaciòn y connotaciòn. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://concepto.de/denotacion-y-connotacion/#:~:text=La%20denotaci%C3%B3n%20y%20la%20connotaci%C3%B3n%20se%20caracterizan%20en%3A,de%20conocimiento%20contextual%20para%20comprenderse.

RABOTNIKOF, Vanesa (2022). ENCICLOPEDIA DE EJEMPLOS Recursos literarios. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.ejemplos.co/recursos-literarios/#:~:text=Por%20ejemplo%3A%20met%C3%A1fora%2C%20metonimia%2C,y%20configura%20su%20estilo%20personal.

ETECÈ, Equipo editorial (2018). ENCICLOPEDIA DE HUMANIDADES Dedicatoria. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://humanidades.com/dedicatoria/#:~:text=Una%20dedicatoria%20es%20una%20nota,es%20considerable%20para%20el%20autor.

FREY, María Luisa (2022). Análisis del relato: Tiempo, Modo y Voz. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de

https://drive.google.com/file/d/1IwmAUg-CKRZFC421wJaJEo2Ksb2b419q/view.

FREY, María Luisa. Lucio V Mansilla y sus Causeries. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://drive.google.com/file/d/1okjWe6FczeSKiWHz5cwpfKr-y9SFmF_y/view.

FREY, María Luisa. LAS RELACIONES TEXTUALES DE COHESIÓN Y DE COHERENCIA. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://classroom.google.com/u/1/w/NTQyMzI3MTIwMDE3/tc/NTQzMjM4NTM0MzIz.

MANSILLA, Victorio Lucio (2022). CAUSERIES SELECCIÓN- PRIMERA PARTE, Los siete platos de arroz con leche. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://bcn.gob.ar/uploads/Coleccion-Pensamiento-Bicentenario-Causeries-seleccion-1ra-parte.pdf.

LIMA, Damián (2020). “Derecho de primacía”:centralidad y protagonismo en el Sud-América (1888-90) Notas hacia una edición completa de las Causeries de Lucio V. Mansilla. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de file:///C:/Users/CPS/Downloads/4471-16162-2-PB.pdf.

DE LA TORRE PÁEZ, Carlos (2020). LA GACETA Un arroz con leche punitivo. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.lagaceta.com.ar/nota/837082/actualidad/arroz-leche-punitivo.html.

(2023). Wikipedia Lucio V. Mansilla. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://es.wikipedia.org/wiki/Lucio_V._Mansilla.

hcdn.gob.ar Posse, Benjamín – Patrimonio Legislativo. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://apym.hcdn.gob.ar/biografias/1786#:~:text=Es%20redactor%20del%20diario%20%22El,1%20de%20mayo%20de%201888.

 (2018). Literary somnia, El Modelo Actancial de Greimas. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.literarysomnia.com/articulos-literatura/el-modelo-actancial-de-greimas/#:~:text=El%20esquema%20actancial%20es%20una,tiene%20su%20propio%20esquema%20aplicable.

(2023). Wikipedia Epígrafe (literatura). Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://es.wikipedia.org/wiki/Ep%C3%ADgrafe_(literatura).

(2023). Wikipedia Pragmática conversacional. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://es.wikipedia.org/wiki/Pragm%C3%A1tica_conversacional.

(2023). EL HISTORIADOR, Lucio Víctor Mansilla nos habla de su tío, don Juan Manuel de Rosas. Recuperado el 20 de octubre de 2023 de https://www.elhistoriador.com.ar/lucio-victor-mansilla-nos-habla-de-su-tio-don-juan-manuel-de-rosas/.










ANEXO

LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE

Al señor don Benjamín Posse

I

                                                                            Tout historien doit être

menteur de bonne foi.

Desde que empecé a filosofar, o a preocuparme un poco del porqué y del cómo de las cosas, empezó a llamarme la atención que historia, es decir, que la palabra subrayada, tuviera no solo muchas definiciones hechas por los sabios, sino también opuestos significados.

Cicerón decía: que era el testigo de los tiempos, el mensajero de la antigüedad; Fontenelle, fábulas convenidas; y Bacon, relato de hechos dados por ciertos.

Hay, como se ve, para todos los gustos, inclinaciones y criterios, tratándose de lo que se llama historia en sentido elevado; y de ahí viene, sin duda, que historia implique también su poquillo de mentira, como cuando exclamamos: eso no es más que una historia; o: no señor, está usted equivocado, ahora le voy a contar la historia de ese negocio, de la glorificación del personaje A o B.

Puede ser que sea cierto que la historia de un hombre no es muchas veces más que la de las injusticias de algunos, aunque hay ejemplos modernísimos en la historia, y bien podría probarse con una apoteosis, que la historia de alguien es la de sus contradicciones e incoherencias, la de sus ingratitudes e injusticias contra todos, por más que en su vida haya ciertos rayos de luz que iluminen el cuadro de alguna buena manía trascendental.

De modo que, allá va eso, Posse amigo, a manera de zarandajas históricas, sintiendo que la pluma deficiente, no pueda, como pincel de artista manco, vivificar el cuadro, puesto que, no viéndonos las caras, en este momento, faltan la voz, el gesto y la acción, eso que el orador antiguo llamaba quasi sermo corporis.

Nada más que como un muchacho que tiene ojos para ver, pues no asociaba todavía ideas, había yo recorrido ya el Asia, el África y la Europa, cuando estando en Londres, donde me aburría enormemente, por haber pasado antes por París, que es la gran golosina de los viajeros jóvenes y viejos, recibí la noticia, muy atrasada, como que entonces no había telégrafo y eran raros los vapores, de que Urquiza se había sublevado contra Rozas.

Yo no pensaba entonces sino en gastarle a mi padre su dinero, lo mejor posible; y de buena fe creía, como a él mismo se lo observé en cierta ocasión, que era económico porque todo, todo lo apuntaba, habiendo heredado de mis queridísimos progenitores el atavismo de ciertas prolijas minuciosidades. Cuando me veía muy embarazado para justificar las entradas con las salidas, hacía como el estudiante de marras, que, teniendo doscientos francos de pensión y necesitando especificar cómo los había gastado, salía del paso anotando: cinco francos a la planchadora, noventa de pensión, cinco para textos, diez de velas y noventa de allumettes chimiques.

Esa noticia me hizo el mismo efecto... ¿qué voy a decir? Si no hay comparación adecuada posible, porque para mí Urquiza y Rozas, Rozas y Urquiza eran cosas tan parecidas como un huevo a otro huevo. Bueno; diré que me hizo el mismo efecto que le haría a Miguel Ángel, el hijo del doctor Juárez Celman, si mañana le llegara a Londres la estupenda, inverosímil nueva de que en Córdoba había estallado una revolución, encabezada por su tío Marcos.

No pensé sino en volver a los patrios lares. De la política se me daba un ardite, no entendía jota de ella. Pero un instinto me decía que mi familia —esto era entonces todo para mí— corría peligro, y me vine sin permiso, cayendo aquí como una bomba en el paterno hogar.

Esto era hacia fines del mes de diciembre de 1851.

De allá a acá, Buenos Aires se ha transformado extraordinariamente: el cambio es completo en lo material, en lo físico, en lo moral, en lo intelectual.

No me voy a detener en esto sino un instante; lo dejo para cuando le llegue el turno a Legarreta, a quien le tengo ofrecida una Causerie, que tendrá por título: Tipos de otro tiempo.

Pero, para que se tenga una idea de nuestra transformación, diré que cuando me desembarcaron —pasando por esta serie de operaciones (el cambio en esto no es muy grande) la ballenera, el carro, la subida a babucha—, los pocos curiosos que estaban en la playa me miraron y me siguieron, como si hubieran desembarcado un animal raro. Verdad, que el público es así: el mismo sentimiento de curiosidad que lo lleva a ver un elefante, lo hace apresurarse a oír al orador tal o a ver el entierro cual. No hay, pues, que juzgar los sentimientos populares íntimos por la aglomeración de la multitud.

Yo no traía, sin embargo, nada de extraordinario, a no ser que lo fuera el venir vestido a la francesa, a la última moda, a la parisiense, con un airecito muy chic, que después dejé, por razones que se contarán en su día, con sombrero de copa alta puntiagudo, con levita muy larga y pantalón muy estrecho, que era el entonces en boga, tanto que recuerdo que en un vaudeville se decía por uno de los interlocutores, hablando éste con su sastre: “Faites-moi un pantalon très collant, mais très-collant; je vous préviens que si je y entre, je ne vous le prendrai pas...”.

Los curiosos me escoltaron hasta mi casa donde recién supieron que yo había vuelto cuando entraba en ella; pues como mi resolución de venirme fue instantáneamente puesta en práctica, no tuve miedo de anticiparles a mis padres la sorpresa que les preparaba.

El gusto que ellos tuvieron al verme fue inmenso. Me abrazaron, me besaron, me miraron, me palparon, casi me comieron; y criados de ambos sexos salieron en todas direcciones para anunciarles a los parientes y a los íntimos que el niño Lucio había llegado, y cosa que ahora no se hace, porque se cree menos que entonces en la Divina Providencia, se mandó decir una misa en la iglesia de San Juan, que era la que quedaba, y queda, cerca de la casa solariega.

Los momentos eran de agitación. Aníbal estaba ad-portas, o lo que tanto vale, según el lenguaje de la época, el “loco, traidor, salvaje unitario, Urquiza”, avanzaba victorioso; mas eso no impidió que hubiera gran regocijo, siendo yo objeto de las más finas demostraciones, no tardando en llegar las fuentes de dulces, cremas y pasteles con el mensaje criollo tan consabido: “Que cómo está su merced; que se alegra mucho de la llegada del niño, y que aquí le manda esto por ser hecho por ella”.

En medio de aquel regocijo, yo era el más feliz de todos; porque si es cierto que los más felices son los que se van, cierto debe ser también que el más dichoso de todos es el que vuelve.

Y se comprende que, dados los antecedentes de mi prosapia y de mi filiación, yo no había de tardar mucho en preguntar: “¿Y cómo está mi tío?, ¿y cómo está Manuelita?”, y que la contestación había de ser como fue: “Muy buenos, mañana irás a saludarlos”.

Yo no veía la hora de ir a Palermo; y me devoraba la misma impaciencia que tenía por ver las pirámides de Egipto, cuando estaba en El Cairo, o San Pedro en Roma, cuando estaba en la Ciudad Eterna.

Pero era necesario darse un poco de reposo; luego, una madre que recupera a su hijo no se desprende tan fácilmente de él, sobre todo una madre como la mía, que, por la intensidad de sus afectos, que por su educación, y tantas otras circunstancias, era moralmente imposible que viera claro en la situación, no obstante los sermones de mi padre, a cuya perspicacia no podía escaparse que estábamos en vísperas de una catástrofe.

Descansé, pues, y al día siguiente por la tarde monté a caballo y me fui a Palermo a pedirle a mi tío la bendición.

No sé si padezco en esto la misma aberración del que, al comparar la iglesia de su aldea con la basílica monumental de la diócesis metropolitana, encuentra que las diferencias de tamaño, de elegancia y esplendor, no son tan considerables como él se imaginaba. Pero el hecho es que el Palermo de entonces me parecía a mí más bello, bajo ciertos aspectos, que el Palermo de ahora. A no dudarlo, el suelo del Palermo de entonces era mejor que el suelo del Palermo de ahora, como el Palermo de entonces incuestionablemente tenía un aspecto más agreste, más de bosque de Boulogne que el de ahora, y en el que la simetría, hasta para pasearse, comienza a ser de una monotonía insoportable.

Llegué... serían como las cinco de la tarde, hacía calor, no había nadie en las casas; en esas casas que todavía persisten, como tantas otras antiguallas, en mantenerse sobre sus cimientos, ahogándose dentro de sus muros los pobres alumnos del Colegio Militar. (Al Diablo no se le ocurre, pero se le ocurrió a Sarmiento, poner un Colegio de esa clase en un parque). La niña (era su nombre popular), me dijo alguien, porque yo pregunté por Manuelita, está en la quinta.

Dejé mi caballo en el palenque y me fui a buscar a Manuelita, a la que no tardé en hallar. Estaba rodeada de un gran séquito, en lo que se llamaba el jardín de las magnolias, que era un bosquecillo delicioso de esta planta perenne, los unos de pie, los otros sentados sobre la verde alfombra de césped perfectamente cuidado; pero ella tenía a su lado, provocando las envidias federales, y haciendo con su gracia característica todo amelcochado el papel de cavaliere servente, al sabio jurisconsulto don Dalmacio Vélez Sarsfield…


II

 Palermo no era un foco social inmundo, como los enemigos de Rozas lo han pretendido, por más que éste y sus bufones se sirvieran, de cuando en cuando, de frases naturalistas, chocantes, de mal género, pues Rozas no era un temperamento libidinoso, sino un neurótico obsceno, que Esquirol mismo se habría hallado embarazado, si hubiera tenido que clasificarlo, para determinar sus afecciones mentales de origen esencialmente cerebral.

Manuelita, su hija, era casta y buena, y lo mejor de Buenos Aires la rodeaba, por adhesión o por miedo, por lo que se quiera, inclusive el doctor Vélez Sarsfield, que ya hemos visto rendido a sus pies, vuelto de la emigración, como tantos otros, que o desesperaban, o estaban cansados de la lucha contra aquel poder personal irresponsable, que todo lo avasallaba.

No tengo por qué callarlo y no lo callaré; el gobierno de Rozas fue estéril, y no puedo ser partidario suyo, como es uno partidario teóricamente, en presencia de personajes históricos, que pueden llamarse Sila o Augusto.

El gobierno no sirve más que para tres cosas; no se ha descubierto hasta ahora que sirva para más.

Sirve para hacer la felicidad de una familia, la de un partido o la de la patria. Rozas no hizo nada de esto. Y no solo no lo hizo, sino que se dejó derrocar por uno de sus tenientes, que le arrebató una gloria fácil, que él habría podido alcanzar constituyendo el país, sin el auxilio del extranjero, haciendo posible quizá que se olvidaran sus torpezas y la realización de la única idea trascendental, que a mi juicio vagaba en su cabeza: reconstruir el virreinato, ensanchando los límites materiales de la República actual.

Llegar, verme Manuelita, y abrazarme, fue todo uno; los circunstantes me miraban como un contrabando.

Mi facha debía discrepar considerablemente, con mi traje a la francesa, en medio de aquel cortejo de federales de buena y mala ley, como el doctor Vélez Sarsfield. Porque yo, con mi pseuda corteza europea, no obstante ser verano, me había abrochado hasta arriba la levita, para que no se me viera el chaleco colorado, el cual me hacía representar, a mis propios ojos, el papel de un lacayo del faubourg Saint-Germain, por cuyos salones había pasado, siendo en ellos presentado cuasi, cuasi, como un principito de sangre real. Me acuerdo que fue el capitán Le Page[1] el que en ellos me introdujo, presentándome en casa de la elegante marquesa de La Grange, con cuyo nombre he dicho todo.

Aquí viene, como pedrada en ojo de boticario, contar algo; lo contaré.

La marquesa, que era charmante y que, indudablemente, me halló apetitoso, pues yo era a los diez y ocho años mucho más bonito que mi noble amigo Miguel Cuyar, ahora, invitóme a comer 1. Estuvo en el Río de la Plata, con una misión, y me conoció en casa de mi madre, donde visitaba. 49 y organizó una fiesta para exhibirme, ni más ni menos que si yo hubiera sido un indio, o el hijo de algún nabab, según más tarde lo colegí, porque terminada la comida hubo recepción, y yo oía, después de las presentaciones de estilo, que les belles dames decían: “Comme il doit être beau avec ses plumes”.

Naturalmente, yo, al oír aquel beau, me pavoneaba, je posais, expresión que no se traduce bien; pero al mismo tiempo decía en mi interior: ¡Qué bárbaros son estos franceses!

Volvimos del jardín de las magnolias a los salones de Palermo. Manuelita recibía donde ahora está el gabinete de física del Colegio Militar. Una vez allí le repetí que quería ver a mi tío: ella salió, volvió y me dijo: “Ahora te recibirá”. Se fueron a comer. Yo no quise aceptar un asiento en la mesa, porque en mi casa me esperaban y porque no contaba con que aquel ahora sería como el vuelva usted mañana de Larra, o como el mañana de nuestras oficinas públicas (que no en balde tenemos sangre española en las venas), un mañana, que casi nunca llega o que, cuando llega, ya es tarde, u otro le ha soplado a uno la dama.

Yo esperaba y esperaba... las horas pasaban y pasaban... no sé si me atreví a interrogar, pero es indudable que alguna vez debí mirarla a Manuelita como diciéndole…: ¿Y?

Y que Manuelita debió mirarme, como contestándome: Ten paciencia, ya sabes lo que es tatita.

Allá, como a eso de las once de la noche, Manuelita, que era movediza y afabilísima, salió y volvió reiteradamente, y con una de esas caras tan expresivas en las que se lee un “por fin”, me dijo: “Dice tatita que entres” —y sirviéndome de hilo conductor, me condujo, como Ariadna, de estancia en estancia, haciendo zigszags, a una pieza en la que me dejó, agregando: “Voy a decirle a tatita...”.

Si mi memoria no me es infiel, la pieza esa quedaba en el ángulo del edificio que mira al naciente: era cuadrilonga, no tenía alfombra sino baldosas relucientes; en una esquina, había una cama de pino colorado con colcha de damasco colorada también, a la cabecera una mesita de noche, colorada; a los pies una silla colorada igualmente; y casi en el medio de una habitación una mesa pequeña de caoba, con carpeta, de paño de grana, entre dos sillas de esterilla coloradas, mirándose, y sobre ella dos candeleros de plata bruñidos con dos bujías de esperma, adornadas con arandelas rosadas de papel picado.

No había más, estando las puertas y ventanas, que eran de caoba, desguarnecidas de todo cortinaje.

Yo me quedé de pie, conteniendo la respiración, como quien espera el santo advenimiento; porque aquella personalidad terrible producía todas las emociones del cariño y del temor. Moverme, habría sido hacer ruido, y cuando se está en el santuario, todo ruido es como una profanación, y aquella mansión era, en aquel entonces, para mí algo más que el santuario. Cada cual debe encontrar dentro de sí mismo, al leerme, la medida de mis impresiones, en medio de esa desnudez severa, casi sombría, iluminada apenas por las llamas de las dos bujías transparentes, que ni siquiera se atrevían a titilar.

Reinaba un silencio profundo, en mi imaginación al menos; los segundos me parecían minutos, horas los minutos.

Mi tío apareció: era un hombre alto, rubio, blanco, semipálido, combinación de sangre y de bilis, un cuasi adiposo napoleónico, de gran talla; de frente perpendicular, amplia, rasa como una plancha de mármol fría, lo mismo que sus concepciones; de cejas no muy guarnecidas, poco arqueadas, de movilidad difícil; de mirada fuerte, templada por el azul de una pupila casi perdida por lo tenue del matiz, dentro de unas órbitas escondidas en concavidades insondables; de nariz grande, afilada y correcta, tirando más al griego que al romano; de labios delgados casi cerrados, como dando la medida de su reserva, de la firmeza de sus resoluciones; sin pelo de barba, perfectamente afeitado, de modo que el juego de sus músculos era perceptible. Sería cruel, no parecía disimulada aquella cara, tal como a mí se me presentó, tal como ahora la veo, al través de mis reminiscencias infantiles. Era incuestionablemente una mistificación, en la que Lavater, con toda su agudeza de observador, no habría acertado a perfilar la silueta siniestra en su evolución transformista de fanático implacable lleno de ternezas.

Agregad a esto una apostura fácil, recto el busto, abiertas las espaldas, sin esfuerzo estudiado, una cierta corpulencia del que toma su embonpoint, o sea su estructura definitiva, un traje que consistía en un chaquetón de paño azul, en un chaleco colorado, en unos pantalones azules también; añadid unos cuellos altos, puntiagudos, nítidos, y unas manos perfectas como forma, y todo limpio hasta la pulcritud, y todavía sentid y ved, entre una sonrisa que no llega a ser tierna, siendo afectuosa, un timbre de voz simpático hasta la seducción y tendréis la vera efigies del hombre que más poder ha tenido en América y cuyo estudio psicológico in extenso solo podré hacer yo; porque soy solo yo el único que ha buscado en antecedentes, que otros no pueden conseguir, la explicación de una naturaleza tan extraordinaria como esta.

Y digo extraordinaria, porque solamente siéndolo se explica su dominación, sin mengua para este pueblo argentino, que alternativamente le apoyó y le abandonó, hasta dar en tierra con él, protestando contra sus desafueros, que eran un anacronismo en presencia de los ideales que tuvieron en vista nuestros antepasados al romper las cadenas de la madre patria, de esa España que no fue, sin embargo, madre desnaturalizada, pues nos dio todo cuanto podía darnos, después de los gobiernos de los Felipe II.

Así que mi tío entró, yo hice lo que habría hecho en mi primera edad; crucé los brazos y le dije, empleando la fórmula patriarcal, la misma, mismísima que empleaba con mi padre, hasta que pasó a mejor vida:

—¡La bendición, mi tío!

Y él me contestó: —¡Dios lo haga bueno, sobrino! —sentándose incontinenti en la cama, que antes he dicho había en la estancia, cuya cama (la estoy viendo), siendo muy alta, no permitía que sus pies tocaran en el suelo, e insinuándome que me sentara en la silla, que estaba al lado.

Nos sentamos... hubo un momento de pausa, él la interrumpió diciéndome:

 —Sobrino, estoy muy contento de usted…

Es de advertir que era buen signo que Rozas tratara de usted; porque cuando de trataba, quería decir que no estaba contento de su interlocutor, o que por alguna circunstancia del momento fingía no estarlo.

Yo me encogí de hombros, como todo aquel que no entiende el porqué de un contentamiento.

—Sí, pues, agregó: estoy muy contento de usted —y esto lo decía balanceando las piernas, que no alcanzaban al suelo, ya lo dije— porque me han dicho —y yo había llegado recién el día antes, ¡qué buena no sería su policía!— que usted no ha vuelto agringado.

Este agringado no tenía la significación vulgar; significaba otra cosa: que yo no había vuelto y era la verdad, preguntando como tantos tontos que van a Europa baúles y vuelven petacas: “¿y comment se llaman este chose bianqui que ponen las galin?”, por no decir huevos, o: “¿esta cosa que se ponen en las manos?, por no decir guantes.

Yo había vuelto vestido a la francesa, eso sí, pero potro americano hasta la médula de los huesos todavía, y echando unos ternos, que era cosa de taparse las orejas: el traje había cambiado, me vestía como un europeo; pero era tan criollo como el Chacho, el cual, estando emigrado en Chile (en Chile que no es Europa, a Dios gracias) y preguntándole cómo le iba, contestó: —¿Y cómo quiere que me vaya: en Chile y a pie? cuando hay énque (pongan el acento en la primera e), no hay cónque (pongan el acento en la o), y cuando hay cónque no hay énque.

Posse amigo: acabaremos (¡y qué difícil es acabar!), si Dios nos da vida y salud, en el próximo número, y en él sabrá usted, qué fueron al fin y al cabo los siete platos de arroz con leche.

 

III

 Yo estaba ufano: no había vuelto agringado. Era la opinión de mi tío.

—¿Y cuánto tiempo has estado ausente? —agregó él.

Lo sabía perfectamente. Había estado resentido, no es la palabra, “enojado”; porque diz que me habían mandado a viajar sin consultarlo. Comedia.

Cuando mi padre resolvió que me fuera a leer a otra parte el Contrato Social,  veinte días seguidos estuve yendo a Palermo, sin conseguir verlo a mi ilustre tío.

Manuelita me decía, con su sonrisa siempre cariñosa: —Dice tatita que mañana te recibirá.

El barco que salía para Calcuta estaba pronto. Solo me esperaba a mí. Hubo que empezar a pagarle estadías. Al fin, mi padre se amostazó y dijo: —Si esta tarde no consigues despedirte de tu tío, mañana te irás de todos modos; ya esto no se puede aguantar.

¡Eh!, esa tarde sucedió lo de las anteriores, mi tío no me recibió. Y, al día siguiente, yo estaba singlando con rumbo a los hiperbóreos mares.

Sí, el hombre se había enojado; porque, algunos días después, con motivo de un empeño o consulta que tuvo que hacerle mi madre, él le arguyó: —Y yo ¿qué tengo que hacer con eso?, ¿para qué me meten a mí en sus cosas?, ¿no lo han mandado al muchacho a viajar, sin decirme nada?

A lo cual mi madre observó: —¡Pero, tatita (era la hermana menor, y lo trataba así), si ha venido veinte días seguidos a pedirte la bendición y no lo has recibido! —replicando él—: Hubiera venido veintiuno.

Lo repito: él sabía perfectamente que iban a hacer dos años que yo me había marchado, porque su memoria era excelente. Pero entre sus muchas manías tenía la de hacerse el zonzo y la de querer hacer zonzos a los demás.

El miedo, la adulación, la ignorancia, el cansancio, la costumbre, todo conspiraba en favor suyo, y él, en contra de sí mismo. No se acabarían de contar las infinitas anécdotas de este complicado personaje, señor de vidas, famas y haciendas, que hasta en el destierro hizo alarde de sus excentricidades. Yo tengo una inmensa colección de ellas. Baste por hoy la que estoy contando.

Interrogado, como dejo dicho, contesté:

—Van a hacer dos años, mi tío.

Me miró y me dijo: —¿Has visto mi Mensaje?

¿”Su Mensaje” —dije yo para mis adentros—. “¿Y qué será esto?

No puedo decir que no, ni puedo decir que sí, ni puedo decir, no sé qué es...” y me quedé suspenso.

Él, entonces, sin esperar mi respuesta, agregó: Baldomero García, Eduardo Lahitte y Lorenzo Torres, dicen que ellos lo han hecho. Es una botaratada. Porque así, dándoles los datos, como yo se los he dado a ellos, cualquiera hace un Mensaje. Está muy bueno, ha durado varios días la lectura en la Sala. ¡Qué! ¿no te han hablado en tu casa de eso?

Cuando yo oí lectura, empecé a colegir, y como, desde niño, he preferido la verdad a la mentira (ahora mismo no miento, sino cuando la verdad puede hacerme pasar por cínico), repuse instantáneamente

 —¡Pero, mi tío, si recién he llegado ayer!

—¡Ah! es cierto; pues no has leído una cosa muy interesante; ahora vas a ver —y esto diciendo se levantó, salió, y me dejó solo.

Yo me quedé clavado en la silla, y así como quien medio entiende (¡vivía un mundo de pensamientos tan raros!) vislumbré que aquello sería algo como el discurso de la reina Victoria al Parlamento, ¿pues qué otra explicación podría encontrarle a aquel “ahora vas a ver”?

Volvió el hombre que, en vísperas de jugar su poderío, así perdía su tiempo con un muchacho insustancial, trayendo en la mano un mamotreto enorme.

Acomodó simétricamente los candeleros, me insinuó que me sentara en una de las dos sillas que se miraban, se colocó delante de una de ellas de pie y empezó a leer desde la carátula que rezaba así:

—“¡Viva la Confederación Argentina!”

—“¡Mueran los Salvajes Unitarios!”

—“¡Muera el loco traidor, Salvaje Unitario Urquiza!”

Y siguió hasta el fin de la página, leyendo hasta la fecha 1851, pronunciando la ce, la zeta, la ve y la be, todas las letras, con la afectación de un purista.

Y continuó así, deteniéndose, de vez en cuando, para ponerme en aprietos gramaticales, con preguntas como esta, que yo satisfacía bastante bien, porque eso sí he sido regularmente humanista, desde chiquito, debido a cierto hablista, don Juan Sierra, hombre excelente del que conservo afectuoso recuerdo:

—Y aquí ¿por qué habré puesto punto y coma, o dos puntos, o punto final?

Por ese tenor iban las preguntas, cuando, interrumpiendo la lectura, preguntóme:

—¿Tienes hambre?

Ya lo creo que había de tener; eran las doce de la noche, y había rehusado un asiento en la mesa, al lado del doctor Vélez Sarsfield, porque en casa me esperaban…

—Sí —contesté resueltamente.

—Pues voy a hacer que te traigan un platito de arroz con leche. El arroz con leche era famoso en Palermo y aunque no lo hubiera sido, mi apetito lo era; de modo que empecé a sentir esa sensación de agua en la boca, ante el prospecto que se me presentaba, de un platito que debía ser un platazo, según el estilo criollo y de la casa.

Mi tío fue a la puerta de la pieza contigua, la abrió y dijo:

—Que le traigan a Lucio un platito de arroz con leche. La lectura siguió.

Un momento después, Manuelita misma se presentó con un enorme plato sopero de arroz con leche, me lo puso por delante y se fue.

Me lo comí de un sorbo.

Me sirvieron otro, con preguntas y respuestas por el estilo de las apuntadas, y otro, y otro, hasta que yo dije: Ya, para mí, es suficiente.

Me había hinchado; ya tenía la consabida cavidad solevantada y tirante como el parche de una caja de guerra templada; pero no hubo más; siguieron los platos; yo comía maquinalmente, obedecía a una fuerza superior a mi voluntad…

La lectura continuaba.

Si se busca el Mensaje ese, por algún lector incrédulo o curioso, se hallará en él un período, que comienza de esta manera: “El Brasil, en tan punzante situación.” Aquí fui interrogado, preguntándoseme: “¿Y por qué habré puesto punzante?” Como el poeta pensé que en mi vida me he visto en tal aprieto. Me expliqué. No aceptaron mi explicación. Y con una retórica gauchesca, mi tío me rectificó, demostrándome cómo el Brasil lo había estado picaneando, hasta que él había perdido la paciencia, rehusándose a firmar un tratado que había hecho el general Guido... Ya yo tenía la cabeza como un bombo, y lo otro tan duro, que no sé cómo aguantaba.

Él, satisfecho de mi embarazo, que lo era por activa y por pasiva, y poniéndome el mamotreto en las manos, me dijo, despidiéndome:

—Bueno, sobrino, vaya no más, y acabe de leer eso en su casa —agregando en voz más alta—: Manuelita, Lucio se va.

Manuelita se presentó, me miró con una cara que decía afectuosamente “Dios nos dé paciencia”, y me acompañó hasta el corredor, que quedaba del lado del palenque, donde estaba mi caballo.

Eran las tres de la mañana.

En mi casa estaban inquietos, me habían mandado a buscar con un ordenanza.

Llegué sin saber cómo no reventé en el camino.

Mis padres no se habían recogido.

Mi madre me reprochó mi tardanza, con ternura.

Me excusé diciendo que había estado ocupado con mi tío. Mi padre, que, mientras yo hablaba con mi madre, se paseaba meditabundo, viendo el mamotreto que tenía debajo del brazo, me dijo:

—¿Qué libro es ése?

—Es el Mensaje que me ha estado leyendo mi tío…

—¿Leyéndotelo...? —Y esto diciendo se encaró con mi madre y prorrumpió con visible desesperación—: No te digo que está loco tu hermano.

Mi madre se echó a llorar.

Pocos días después, muy pocos días, el edificio de la tiranía se había desplomado; el 3 de febrero por la tarde yo oía en la plaza de la Victoria gritar furiosos “Muera Rozas” a algunos de los mismos conspicuos señores, que, pocas horas antes, había visto en Palermo, reunidos a los pies de la niña.

Confieso que todavía no entendía una palabra de lo que pasaba, y que los gritones, más que el efecto de libertados, me hacían el de locos.

Y eso que ya me había reído a carcajadas, leyendo a Jerôme Paturot, en busca de la mejor de las Repúblicas, en el que hay una escena por el estilo de la que presencié azorado el 3 de febrero, en la plaza de la Victoria, para que una vez más se persuadan los que viven solo en el presente, que “del dicho al hecho hay un gran trecho”.

Pocos días después, mi padre, Sarmiento y yo —el Sarmiento cuya glorificación acabamos de presenciar—, navegábamos en el vapor inglés Menay hacia Río Janeiro. Yo no hablé, durante la travesía, con el que después fue mi candidato, a pesar de las obsesiones exigentes de mi padre, hasta que no estuvimos en tierra brasilera, donde nos explicamos. Y es a este incidente al que él se refiere en sus Boletines del Ejército Grande.

Creo que para mi padre fue una suerte que yo le acompañara en aquel viaje, porque Sarmiento le iba haciendo perder la cabeza. El que hace un cesto hace un ciento. Quería inducirlo a que se fuera con él a Chile, para volver contra Urquiza, del cual iba huyendo; porque sus primeros actos en Buenos Aires le parecían precursores de que el país estaba expuesto a volver a las andadas. Lo explotaba, hablándole constantemente del señor don Domingo de Oro —su pasión—, y como era débil de carácter, a no ser yo, lo arrastra.

El Dictador se había refugiado en un buque de guerra inglés, llamado por singular coincidencia El Conflicto (The Conflict), y tardó mucho más que nosotros, con quienes iba también mi caro Máximo Terrero, en llegar a Europa.

Mi padre se quedó en Lisboa y me mandó a París, donde yo era ya buzo y ducho, a prepararle un apartamiento, que tardé muchísimo en prepararle, por razones que ya se imaginará el penetrante lector; pero que al fin le preparé.

Viniendo de Lisboa a Francia, mi buen viejo quiso visitar a Manuelita y nos fuimos a Southampton.

Allí estaban alojados, en la misma casa, una modesta quintita de los alrededores: Rozas, Manuelita, Juan Rozas mi primo, Mercedes Fuentes su mujer, Juan Manuel mi sobrino, Máximo Terrero, y un negrito, al cual ya mi tío le decía, por ironía, Mister. Por supuesto que, si el cambio de hemisferio y de situación era como una transición entre el día y la noche, otra cosa eran los sentimientos y las manías. Mi tío conservaba su chaleco colorado y Manuelita su moño. Mi padre, que era muy amigo de Manuelita, que la quería en extremo, como la quiero yo, por sus virtudes, le observó que aquel parche colorado no estaba bien. Pero ella, cuyo amor filial no tenía límites, contestóle: que no se lo sacaría hasta que no se lo mandaran.

Un día, almorzábamos todos juntos: mi tío era sobrio, concluyó primero que los demás y se levantó, yéndose. Manuelita, ganosa de echar un párrafo con mi padre, me dijo: “Acabá ligero, hijito, y andá, entretenelo a tatita.” Yo me apuré, concluí, salí, y me fui en busca de mi tío que estaba sentado en el sofá de una salita, con vista al jardín, y me arrellené en una poltrona. Mi tío y yo permanecimos un instante en silencio. Yo lo miraba de rabo de ojo. Creía que él no me veía. ¡Me había estado viendo! Confusamente, porque yo no tenía entonces sino como intuiciones de reflexión, los pensamientos que me dominaban en aquel momento, al contemplar el coloso derribado, podrían sintetizarse exclamando ahora: sic transit gloria mundi. (Así transa don Raimundo, como decía el otro.)

De repente miróme mi tío y me dijo:

—¿En qué piensa, sobrino?

—En nada, señor.

—No, no es cierto, estaba pensado en algo.

—¡No señor; si no pensaba en nada!

—Bueno, si no pensaba en nada cuando le hablé, ahora está pensando, ya.

—¡Si no pensaba en nada, mi tío!

—Si adivino, ¿me va a decir la verdad?

Me fascinaba esa mirada, que leía en el fondo de mi conciencia, y maquinalmente, porque habría querido seguir negando, contesté “sí”.

—Bueno —repuso él—, ¿a que estaba pensando en aquellos platitos de arroz con leche, que le hice comer en Palermo, pocos días antes de que el “loco” (el loco era Urquiza) llegara a Buenos Aires?

Y no me dio tiempo para contestarle, porque prosiguió: —¿A que cuando llegó a su casa, a deshoras, su padre (e hizo con el pulgar y la mano cerrada una indicación hacia el comedor) le dijo a Agustinita: —¿No te digo que tu hermano está loco...?

No pude negar, queriendo; estaba bajo la influencia del magnetismo de la verdad y contesté sonriéndome:

—Es cierto.

Mi tío se echó a reír burlescamente.

Aquella visión clara, aquel conocimiento perfecto de las personas y de las cosas, es una de las impresiones más trascendentales 60 de mi vida; y debo confesarlo aquí, no teniendo estas páginas más que un objeto: iluminar, con un rayo de luz más, la figura de un hombre tan amado como execrado: sin esa impresión yo no habría conocido, como creo conocerla, la misteriosa y extraña personalidad de Rozas.

Mi querido Posse: siento mucho que, padeciendo usted de dispepsia, no pueda comerse, como yo, de una sentada, siete platos de arroz con leche.

Y para concluir, y antes de decirle, como Cicerón a sus amigos, Jubeo te bene valere, le daré una receta para su enfermedad: ejercicio, gimnasia, viajes que no fatiguen, poco vino, mucha sal, no aumenta esta la sed, y en último caso, ningún vino, y poco de aquello…

Hay dos falsificaciones que hacen mucho daño: la de la mujer y la del vino.

Desgraciadamente, cuando caemos ya en cuenta, es demasiado tarde.

Traduzco, pues, a Cicerón y suponiendo que ha caído en cuenta “le ordeno que goce de buena salud”.

Postdata: Dice X. que este cuento, narrado por mí, tiene mucha más animación y movimiento, y que yo, como Carlos Dickens, debiera dar conferencias para referir mis aventuras. Estoy listo, a pesar de la rabia que esto pueda darle a mi querido X, siempre que las conferencias sean patrocinadas por las Damas de Misericordia…

Necesito indulgencias... literarias.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Reseña critica "El ruido del éxito"

Resumen capítulo 1 "Yo argumento" Constanza Padilla